PIERROT EXTREMO

Si es difícil encontrar programaciones que acojan la música contemporánea entre sus citas, dado que no suele ser muy del gusto del público, hay que decir que el Festival Internacional de Santander se ha implicado este año expresamente en la celebración del sesquicentenario del nacimiento de Arnold Schoenberg con una de sus obras más singulares: el Pierrot Lunaire. Han acompañado la propuesta las obras Arlecchino, de Josep Planells Schiaffino, y el estreno de Sonata it’s alive…, del santoñés Israel López Estelche. Todo ello pudo escucharse en la Sala Pereda del Palacio de Festivales, con una ocupación al cincuenta por ciento, bajo la lectura del Ensemble Sonido Extremo, dirigido por el maestro Jordi Francés. 

La jornada, de carácter esencialmente expresionista en todo su programa, se inició con la composición de Planells. Como su propio nombre sugiere, es una obra que se inspira en la commedia dell’arte, en el teatro de marionetas y también en el lienzo surrealista El carnaval de Arlequín, de Joan Miró, concebido en París, en que respiran de manera caótica el delirio y las memorias de la infancia. Esos mismos elementos marcan el ritmo de la partitura, recorrida por pizzicatos, cortes en las notas… que inciden en esa dispersión de material a base de retazos o parches, como el traje mismo del arlequín. Los músicos defendieron el concepto de Planells Schiaffino –seis instrumentos y saxofón solista en lugar de voz– con entrega y drama, conforme al declarado espíritu teatral de la obra. 

A continuación sobrevino el estreno de Sonata it’s alive..., obra nacida por encargo de propio Ensemble Sonido Extremo, que supone la transcripción orquestada de la Sonata para piano, op.1, de Alban Berg. Se trata de una obra de carácter fuertemente cromático, no exenta de melodía y con una fuerte presencia, asimismo, del componente dramático que, más allá de tomarla como modelo o fuente de inspiración, pretende conversar vivamente con la sonata de Berg. Es una composición muy hermosa que fue muy bien expuesta por Sonido Extremo, con pasajes importantes al piano y al saxofón. 

Por último, pudimos presenciar en todas sus facetas el Pierrot Lunaire de Schoenberg, hito musical en los comienzos del siglo XX que abrió la puerta al lenguaje de la modernidad, de escritura atonal y aliento cabaretero al tiempo que poético, pues sus veintiún textos recogen composiciones del poeta simbolista belga Albert Giraud, recorridas por el sentimiento y la alucinación (bien por el Festival al facilitarnos la exhibición de los textos líricos en sobretítulos). Si suele ser habitual la interpretación de esta obra por soprano, en esta ocasión corrió a cargo del gran contratenor Xavier Sabata el desgranar las complejas contradicciones expresivas del texto en su muy bien llevado Sprechstimme (dicción entre el recitativo y el canto), en diálogo con los instrumentos solistas y a la vez integrados en la orquesta. Ironía, violencia, desconsuelo, esperanza… se suceden en las declamaciones impecables de Sabata con traslúcida articulación y con acertada gestualidad paralela, que nos arrastró en una suerte de extraño magnetismo, sugerido también por lo turbador de los textos. Las extraordinarias tímbricas y sonoridades de la obra resultaron perfectamente transcritas por los miembros del ensemble, dirigido con mano entusiasta y comprometida por el maestro Jordi Francés. 

Confiamos en que no se abandone el buen camino de la programación de músicas contemporáneas, y con mayor intensidad: los públicos no se generan solos, hay que cultivarlos.