Tras un mes de música y
baile sin descanso, se ha cerrado el 73 Festival Internacional de Santander con
presencia de una orquesta bien conocida e implicada en la interpretación de
obras del agrado general del público. En particular, ha sido la Orquesta
Filarmónica de Radio France la encargada de ejecutar la tarea, con un programa
bastante frecuentado en líneas generales, de filiación netamente francesa:
Preludio a la siesta de un fauno (Debussy), Concierto para violonchelo en re
menor (Lalo), Obertura feérica de Shérézade (Ravel) y El pájaro de fuego (Stravinski, ruso de origen pero nacionalizado francés en 1934). Como estrella
solista acompañó a la orquesta la chelista franco-argentina de origen ruso, Sol
Gabetta.
El plato de presentación de
la noche supuso quizá uno de los mejores momentos de la misma. La orquesta se
notaba expresamente cómoda con el desarrollo de esta etérea ensoñación
impresionista tan elegante de Debussy, transitando entre colores y timbres (flauta,
oboe, trompa…) con absoluta soltura. Fue una hipnótica y preciosa “siesta” la
que nos regalaron los de Radio France para despertarnos a continuación con el
concierto de Édouard Lalo, tal vez no encantador per se, pero incluido en el
programa para lucimiento de la chelista Gabetta. Estamos ante una pieza dulce,
melódica, lírica, con pasajes dramáticos que bien pronto dejan paso a páginas vivaces
y danzables. Este predominio del allegro se dejó sentir incluso visualmente en
la gran compenetración gestual, contemplada por el público, entre la chelista y
el director, Mikko Franck: Gabetta sonreía abiertamente y seguía el ritmo en el
suelo ante las afectuosas arengas del maestro finés. Franck supo llevar la
orquesta de modo que no opacara en ningún momento a la chelista, que sentimos
absolutamente protagonista desde el primer compás. Gabetta, por su lado, supo
hilvanar perfectamente los momentos melancólicos con los enérgicos y después con
los más ligeros que iba desgranando con total naturalidad, haciendo gala de una
interpretación personalísima y muy fluida. Ya en el último movimiento, la
orquesta adquirió mayor relevancia, con remarcados acentos que el director
acertó a subrayar, perfectamente conjuntado con la casi desatada energía que la
chelista, evidentemente cómoda, desprendía. Sol Gabetta fue muy aplaudida, y en
compensación regaló al auditorio un singular y tal vez demasiado acelerado arreglo
de La malagueña de Lecuona.
La segunda parte de la noche
vino encabezada por la maestría de Ravel, surcada por deliciosos ecos
orientalizantes y un exotismo de cuentos imposibles. Franck manejó bien los
diferentes planos sonoros de la obra, si bien las ricas texturas no quedaron
convenientemente ensalzadas. En realidad, Franck es más un director de secciones
y de planos, más que de detalles, que se pierden en un cierto desdibujamiento.
Es una lástima, porque el repertorio impresionista encuentra su mejor expresión
justamente en esos levísimos y etéreos pespuntes que al maestro finlandés, de
gesto demasiado firme, incluso hosco, se le escapan. Precisamente por lo que
acabamos de decir, Mikko Franck se encontró mucho más a gusto con la ejecución
de la suite El pájaro de fuego, sobre todo en la apoteosis final, que de tanta
satisfacción, quizá nos resultó excesiva. A cambio, los momentos centrales, más
introspectivos, de la obra se deslizaron con cierta monotonía y ausencia de
color.
La Filarmónica de Radio
France es una buena orquesta que, además, exhibe una gran compenetración con su
director. La peculiaridad de éste, ya bien conocida, por la que dirige
alternativamente en pie (nunca sobre el podio) y sentado, facilita probablemente
la cercanía con los músicos aunque a los espectadores nos aleja de la labor de
dirección. En todo caso, Franck destaca por su excelente talante y su constante
reconocimiento de la labor de sus instrumentistas, a los que hace levantar e
incita a que sean aplaudidos en un gesto de encomiable modestia.
La noche se cerró con una
propina de obvia querencia del maestro, el Nocturno de Sibelius, que resultó
una auténtica preciosidad por la atinadísima intervención de la flautista, muy
aplaudida y con merecimiento.
Así se clausuró esta edición
del Festival, dejándonos expectantes ante la nueva deriva que tomará en el
próximo verano.