COMPARTIMENTO NÚMERO 6. Juho Kuosmanen, 2021.

Gran Premio del Jurado en el último festival de Cannes. Segunda película del director finés, que no puede negar la influencia feísta de las cintas certeras de Kaurismaki. Extraña y conmovedora train-movie (si se me permite lo peculiar de la expresión, que acaba de ocurrírseme en este mismo momento) en la que nada es lo que parece y se explora la posibilidad de acceder a la belleza cuando todo indicaba lo contrario. Ljoha y Laura son dos seres antagónicos que coinciden en un pestífero compartimento del Transiberiano en los primeros 90 (nada que ver con el actual). Él es un minero ruso sin modales y ella una finesa aspirante a antropóloga que viaja desde Moscú a Murmansk con el fin de ver los célebres petroglifos que se albergan a las orillas del Ártico, inducida por una relación lésbica pasajera con una profesora de literatura de la que pronto descubrirá su insustancialidad. Ambos personajes son como el anverso y el reverso de una moneda y parecen destinados a odiarse. Sin embargo, las jornadas en el tren acaban por aproximarlos emocionalmente, aunque nada se concreta, ni siquiera en su despedida. Cuando llegan a su destino se separan para no volver a verse. Laura descubre al llegar a la ciudad que es imposible ver los petroglifos de Kanozero en esa época del año por las extremas condiciones meteorológicas: Laura ha sido víctima de una burla cruel de su ex amante. Cuando todo parece perdido, Ljoha la localiza en su hotel y se materializa la magia que se había venido fraguando en el compartimento del tren. No hay sexo, solo un amor puro capaz de sortear la peor de las ventiscas siberianas en un intento de alcanzar el deseo de Laura de ver los petroglifos. La progresión de la relación entre ambos personajes (los dos actores, Seidi Haarla y Yuriy Borisov, despliegan todo un abanico de expresividad y sentimientos a través de diálogos muy escuetos) está trazada con mano maestra por Juho Kuosmanen, que logra una cinta bellísima y agreste hasta el borde de la lágrima en un entorno opresivo, rodado en tonos oscuros. El final es perfecto. Lástima de créditos y de banda sonora: abominables. Muy recomendable.