ÍMPETU DESCOORDINADO

En la Iglesia de Santa María de los Ángeles de San Vicente de la Barquera, dentro de la programación de los Marcos Históricos del FIS, pudo asistirse este jueves al concierto de homenaje al 350 aniversario del nacimiento de François Couperin «el Grande», músico de cámara de la corte del Rey Sol, de la mano del Conjunto Barroco de Madrid – Ímpetus.
El programa estaba integrado por los llamados Conciertos reales, destinados a ser interpretados ante el ya anciano Luis XIV cada domingo en sus estancias particulares. Se trata de una música en que domina la limpieza, la elegancia y una segura musicalidad poética, concebida preferiblemente para clave con un pequeño conjunto de instrumentos acompañantes, según indicaciones del mismo Couperin.
Tras los dos primeros conciertos, el clavecinista Yago Mahúgo ofreció él mismo al auditorio unas sucintas explicaciones sobre el repertorio abordado. Hay que decir que no fue la del jueves la mejor noche del conjunto. Los músicos estuvieron descoordinados y huérfanos de dirección (se supone que Mahúgo ejercía esta función, pero en realidad no la llevó a cabo en ningún momento); el violín de Daniel Pinteño, aun con su precioso sonido y pasajes en verdad muy inspirados, mostró también notables desafinaciones a lo largo de la velada (especialmente perceptibles en el Primer y Cuarto Concierto); Jordi Comellas a la viola da gamba no logró hacer aflorar la seducción de su instrumento, ofreciéndonos un sonido opaco y una lectura inexpresiva. Mayor fortuna nos depararon Lobke Sprenkeling con sus cuatro flautas de pico (que además demostró excelente compenetración con el violín en algunos de los pasajes más disfrutables de la noche) y Manuel Minguillón en la cuerda pulsada.
La jornada se remató con una briosa propina: la célebre Chaconne des Scaramouches de Lully. Ímpetus quiso llevarnos hasta Versalles, pero no conseguimos salir de San Vicente.