Si
no me equivoco, gracias a su invitación por parte de la UIMP a su programa de
Música Antigua, es la primera vez que en España se puede escuchar en directo al
Ensemble Correspondances, sin lugar a dudas —y hay mucho donde escoger— uno de
los conjuntos más admirables del panorama musical historicista en la
actualidad. En el Ensemble Correspondances, dirigido por Sébastien Daucé,
brilla siempre la interpretación rigurosa e impecable, la confección de
delicados repertorios y el profundo conocimiento de las obras que se
abordan. Estos tres factores, unidos a unas voces que tanto a solo como en
conjunto son exquisitas, y a unos instrumentistas de primer nivel, dan lo que
siempre se espera de ellos y nunca falla: un concierto de incontestable calidad.
Si
hay un repertorio que el Ensemble Correspondances conoce a la perfección, por
haberlo explorado en múltiples ocasiones, es la música sacra de Marc-Antoine
Charpentier. Del compositor barroco parisino, desgraciadamente, es difícil
escuchar su obra en directo, y existe un gran desconocimiento de su magnífica
música, más allá del eurovisivo Te Deum. La «particular» acústica de la
Iglesia de Santa Lucía propició que Daucé colocara a los cantantes bastante al
fondo, en un intento de que sus voces no se emborronaran con el sonido de los
instrumentos.
En líneas generales, el concierto se desarrolló con elegancia suma, sin esos aspavientos innecesarios por los que a menudo se ven tentados otros ensembles barrocos, subrayando la deliciosa armonía entre voces e instrumentos, el delicado contraste entre la escritura polifónica y los solos de estremecedora sensibilidad. Desde el clave, Daucé definió atmósferas e imprimió calma, majestad y sentimiento, culminando estos caracteres en una sublime interpretación de las Letanías de la Virgen H.83, que suponían el fin natural del programa. Respecto al ídem de mano, debemos seguir insistiendo en el descuido en que se incurre por parte de los organizadores, con la consiguiente falta de respeto al espectador: en la portada ni siquiera se mencionaba a Charpentier, aparte de que las Letanías de la Virgen no suponían la única obra ejecutada, y por supuesto ni entraremos en lo escueto y paupérrimo de las indicaciones acerca de los detalles del concierto.
En líneas generales, el concierto se desarrolló con elegancia suma, sin esos aspavientos innecesarios por los que a menudo se ven tentados otros ensembles barrocos, subrayando la deliciosa armonía entre voces e instrumentos, el delicado contraste entre la escritura polifónica y los solos de estremecedora sensibilidad. Desde el clave, Daucé definió atmósferas e imprimió calma, majestad y sentimiento, culminando estos caracteres en una sublime interpretación de las Letanías de la Virgen H.83, que suponían el fin natural del programa. Respecto al ídem de mano, debemos seguir insistiendo en el descuido en que se incurre por parte de los organizadores, con la consiguiente falta de respeto al espectador: en la portada ni siquiera se mencionaba a Charpentier, aparte de que las Letanías de la Virgen no suponían la única obra ejecutada, y por supuesto ni entraremos en lo escueto y paupérrimo de las indicaciones acerca de los detalles del concierto.