SOLIDARIDAD A LA DERIVA

La última cita de la 28 Muestra de Teatro Contemporáneo nos ha traído una nueva versión del ya clásico texto En alta mar, del genial polaco Slawomir Mrozek, reformulado en esta ocasión como A la deriva por la compañía portuguesa Ajidanha bajo la dirección de Nádia Santos y José Carlos García.
Tres náufragos a la deriva llegan a la ausencia absoluta de alimento, y la única opción que se plantea es comerse a uno de los tres a la espera de un rescate que no llega. La obrita de Mrozek es sabia porque plantea el naufragio sin causa y sin contexto. Nada sabemos del porqué de la situación, ni nos importa. Lo único cierto es el mar, la balsa y la surrealista relación entre los tres personajes. Con la excusa del hambre se teje un sistema artificial que reproduce las peores mañas de nuestra sociedad contemporánea: la trampa, la mentira, la ausencia de solidaridad, el abuso de poder, la corrupción política. El final abierto, en que el problema deja de existir pero los personajes persisten en su decisión caníbal, subraya el escepticismo del autor por la naturaleza humana.
Mrozek siempre ha sido mordaz en sus textos sin renunciar, no obstante, a la ternura. El montaje de Ajidanha recoge este espíritu a la perfección, al punto de suscitar en el espectador simpatía por sus tres criaturas y ser capaz de sugerir las actitudes más cínicas y despreciables bajo el paraguas cálido de la sonrisa. El montaje es muy hábil, con una opresiva balsa sobre muelles y un barreño de agua a los que se saca gran partido; luz y música redundan en la inteligencia del depurado planteamiento. Los tres actores (Ana Grilo, Bruno Esteves y Rui Pinheiro) están fantásticos, con expresividad y soltura máximas, incluso con el desafío añadido, para ellos, de la lengua castellana. Apenas 50 minutos de buen teatro bastan para concienciarnos de lo mal que chapoteamos en nuestros naufragios cotidianos.