Una nueva iniciativa de la Academia
de Música Antigua de Cantabria ha traído hasta Santander a uno de los nombres
de referencia indiscutibles en la interpretación del repertorio barroco:
Philippe Pierlot, bien conocido tanto en solitario como al frente de su
magnífico ensemble, el Ricercar Consort, que tantas satisfacciones
discográficas nos ha proporcionado. En este caso, se trataba de la primera
visita de Pierlot a nuestra ciudad, en el entorno habitual de los conciertos de
AMAC: el centro Casyc.
Sirviéndose del título de una de las
piezas de los Musical Humors del extravagante y mercenario Capitán Tobias
Hume, Philippe Pierlot nos condujo cronológica y geográficamente con el
programa The Spirit of Gambo a través de algunos de los más significativos compositores
de obra para viola da gamba solista: el propio Hume, el virtuoso Nicolas
Hotman, el enigmático y reflexivo Señor de Sainte Colombe, el industrioso Telemann,
el deslumbrante Johann Sebastian Bach y el melancólico Carl Friedrich Abel. El
maestro belga deleitó al auditorio con su magnífico instrumento, una preciosa
viola inglesa de Thomas Allred del siglo XVII con una larga historia de
avatares, viajes y conciertos, contándose entre ellos ya en el siglo XX unas
Lecciones de tinieblas de Couperin con el mítico Alfred Deller.
El concierto constó de dos partes: la
primera de ellas, austera y contenidamente virtuosa, dedicada a la música
inglesa y francesa, a la que se añadieron unas Fantasías de Telemann como
eminente representante del siglo XVIII; la segunda, absolutamente germánica,
reservada al esplendor de Bach (del que no se eligieron sus piezas específicas
para viola, menos complejas, sino la gran Quinta Suite BWV 1011, de la que
conservamos transcripción autógrafa del propio Bach para laúd y que bien puede
adaptarse a la viola, como aquí se hizo) y al elegante lamento de despedida del
conocido como «último gambista», C. F. Abel, de intenso y nostálgico lenguaje.
El maestro belga nos condujo, por tanto, por caminos menos frecuentados en el
repertorio habitual para viola da gamba solista, con mayor atención a la
evolución interpretativa del instrumento que a sus más extremas y obvias manifestaciones
(pensamos en los inevitables Marais o Forqueray). Pierlot dio una lección de generosa
entrega a lo largo de la exhaustiva velada, extenuante para el intérprete por
su duración, concentración y exigencia, propiciada esta última por la
diversidad de registros de los músicos programados; no obstante lo cual, hubo
lugar para una propina de Telemann ante los insistentes y merecidos aplausos
del público.
El maestro Pierlot dejó claro que
ciertas músicas son tan extraordinarias que no precisan más allá de una diáfana
e incontaminada interpretación para lograr que irradien todo su fulgor. Debe
también subrayarse el notable esfuerzo que realiza AMAC, sin apoyo económico
institucional alguno, para regalarnos los excelentes conciertos que acostumbra.