Soqquadro Italiano ha traído en este fin de semana hasta la
Sala Pereda del Palacio de Festivales su Vivaldi Project, articulado en torno
al Stabat Mater del «prete rosso» y a algunos conciertos del mismo compositor
que se convierten en complementarios un tanto aleatoriamente, sin un claro
porqué. Por lo demás, la propuesta no constituía novedad en Santander, dado que
ya estuvo programada en agosto de 2015 en el marco de la Fundación Botín.
‘Soqquadro’ en italiano es una suerte de desorden o
desbarajuste, que en efecto se percibió en el montaje vivaldiano, al menos
desde un punto de vista conceptual. A la arbitraria guía de las piezas de
Vivaldi escogidas se une la supuesta inspiración aportada por la contemplación
de la Crucifixión de Masaccio, cuyos tres colores dominantes —oro, rojo y
azul— se emplean de forma constante en el espectáculo. No deja de sorprender
esta idea, pues estos colores presiden, por su larga tradición simbólica, la
gran mayoría de crucifixiones pictóricas que podemos recordar, al tiempo que no
es precisamente en el hierático lienzo de Masaccio donde más subrayado queda el
papel de la Virgen, de la Mater, sino más bien el de la Magdalena —por otra parte,
se sospecha que añadida con posterioridad—.
Tal vez estamos acostumbrados a escuchar deslumbrantes
interpretaciones vocales de la preciosa composición vivaldiana, de donde el
timbre de Vincenzo Capezzuto no nos resultó especialmente subyugante. Tampoco
entendimos por qué interrumpió el espectáculo para recitarnos con escasa gracia
el texto que previamente habíamos leído en el programa de mano con el que ya
contábamos. La danza presentó pasajes conmovedores aislados en un conjunto de
reiteración generalizada. Desde el punto de vista musical, Vivaldi no se vio
muy beneficiado con la introducción de arreglos pop, jazz y electrónicos, por
no hablar de la molesta amplificación. Sin adoptar una postura de estricto
purismo ni estar realmente en contra de las propuestas de fusión, entendemos
que para «deconstruir» una obra clásica hay que hacerlo con solidez, y solidez
fue lo que se echó en falta en Vivaldi Project.
Lo que más nos gustó, paradójicamente, fue la propina: la adaptación de una antigua pieza calabresa, Figlio. A ver si el siguiente proyecto de Soqquadro nos convence un poco más.
Lo que más nos gustó, paradójicamente, fue la propina: la adaptación de una antigua pieza calabresa, Figlio. A ver si el siguiente proyecto de Soqquadro nos convence un poco más.