CONCIERTO IMPERIAL EN SANTANDER

El pasado viernes tuvimos ocasión de asistir en la Sala Pereda del Palacio de Festivales a un concierto absolutamente excepcional: una interpretación de Les Nations, de Couperin, en versión íntegra, es decir, en sus cuatro órdenes —«La francesa», «La española», «La imperial» y «La piamontesa»—. Este casi prodigio —pues escuchar este ciclo maestro de Couperin, y más en su totalidad, es casi una utopía en las salas de conciertos españolas, e incluso en disco, pudiendo destacarse los registros de Savall y MAK— debió agradecerse al empeño titánico que viene desarrollando la Academia de Música Antigua de Cantabria por difundir entre el público la música antigua —medieval, renacentista y barroca— interpretada con criterios historicistas; algo que en toda Europa resulta absolutamente natural y fácil de escuchar, además de prestigioso, pero que en España topa con la resistencia secular que oponen el muro sinfónico y operístico decimonónicos, que copan sin desmayo y temporada tras temporada todas las programaciones de los auditorios hispánicos.
Bajo la dirección de Alfonso Sebastián al clave, músicos de las más diversas procedencias se entregaron a esa hermosa y monumental obra que pretendió en su día dar cabida a las tradiciones italiana y francesa, según reconoció en su momento el mismo Couperin. Y es que si las sonatas iniciales de cada uno de los órdenes constituyen un declarado homenaje al maestro Corelli —pues como tal lo tuvo Couperin en su ideario—, la alargada sombra de su también admirado Lully se manifiesta en las danzas subsiguientes. En realidad, las sonatas eran muy anteriores cronológicamente y habían circulado en múltiples copias por Europa, pero Couperin las rescató y retocó y les añadió las danzas francesas. El resultado fue «una de las cumbres del barroco europeo», como declaró al término del concierto el propio Alfonso Sebastián. Los músicos se mostraron absolutamente implicados desde el primer momento en tan complejo proyecto, un reto musical absoluto en duración , matices y dificultad. Los diálogos entre los violines —Irene Benito y Daniel García— fueron especialmente conmovedores y soberbios, pero el resto del elenco —Miriam Jorde, Rodrigo Gutiérrez, Francisco Guazo, Yifen Chen, Eyal Streett, la gran Catherine Bahn, Silvia Jiménez, Maurizio Piantelli y Jorge López-Escribano— dotó de los colores adecuados a cada orden, resaltando la elegancia francesa, la vitalidad española, la solemnidad imperial, la vivacidad italiana. El concierto se cerró a la francesa, con la repetición de la majestuosa chacona imperial.
Hemos de agradecer a la Academia de Música Antigua de Cantabria / Asociación de Música Antigua de Santander la organización de proyectos como este, a los que han precedido otras dos grandes veladas: el concierto de Secretvm, ensemble hispano-italiano, en Casyc, con un precioso programa de música isabelina; y el impresionante recital de músicas medievales del Mediterráneo a cargo del maestro Juan Manuel Rubio, que no solo ofreció un repertorio de fusión de diferentes tradiciones occidentales y orientales, sino que desplegó un auténtico espectáculo visual con sus maravillosos instrumentos —santur, oud, arpa gótica y zanfoña— que además complementó con atinadísimas y amenas explicaciones. La próxima cita será nuevamente en Casyc, con la soprano Raquel Andueza y Jesús Baena a la tiorba, el 19 de este mes. Casi nada. Se avecina un cálido invierno musical.