La
agrupación Balthasar-Neumann, en sus secciones instrumental y coral, fue
fundada en los años 90 como homenaje al extraordinario humanista que le da
nombre –arquitecto interesado en los jardines, las artes plásticas, la música…
como un todo indivisible– y que vivió en tiempos del Barroco. Thomas
Hengelbrock, responsable del ensemble y de su desarrollo, no pudo encontrar
mejor referencia con que enarbolar un proyecto admirable que en la noche del
jueves logró emocionar al público congregado en la Sala Argenta al amparo del
Festival Internacional de Santander.
Todo
en el Balthasar-Neumann va en conjunto, desde la propia elegancia presencial –impecable su director, de proverbial apostura, así como la alineación de la
masa coral, de negro impoluto– hasta una ejecución musical sorprendente por la
exclusividad de su sonido, su finura y contundencia. El programa combinó la
Pastoral de Beethoven en su primera parte con la Misa en Si bemol Mayor de
Haydn, Hob. XXII:14, conocida con razón como Misa de la Armonía, interpretada
tras el descanso.
Hengelbrock
condujo una Pastoral brillante, de apabullante paleta de colores, extrayendo
de cada sección de la orquesta sedas y susurros, también los truenos requeridos
por la célebre «Tormenta» añadida al esquema sinfónico clásico, como preludio a
la definitiva y, en la batuta poderosa de Hengelbrock, efervescente pero
espiritual alegría que perseguía el músico de Bonn, quien pretendió con su Pastoral demostrar su introspectivo amor por la Naturaleza y
«expresar
sentimientos mejor que pintar sonidos».
Si
la tersura de la cuerda, la delicadeza de los solos de viento y la exquisita
redondez de los metales protagonizaron la primera mitad del concierto, en la
segunda asombró la flexibilidad y el empaste del coro en su conjunto, integrado
no obstante por espléndidos solistas que cumplieron con creces sus partes
correspondientes, una vez más minuciosamente dirigidos por Hengelbrock. El
refinamiento en las sopranos, la cálida dulzura en las contraltos, los
aquilatados timbres en los tenores y la recia sonoridad en los bajos confirman
por qué los miembros del Balthasar-Neumann-Chor son considerados como uno de los mejores coros
del momento, y además unos excelsos intérpretes de una Misa y sin embargo
gozosa composición del último Haydn.
No es de extrañar que la Sala Argenta correspondiera con aplausos sostenidos –premiados con una «creativa» propina de Haydn– un concierto ciertamente memorable, sin duda de los mejores escuchados durante este Festival. Ojalá en próximas convocatorias del FIS se continúen haciendo realidad programas como este.
No es de extrañar que la Sala Argenta correspondiera con aplausos sostenidos –premiados con una «creativa» propina de Haydn– un concierto ciertamente memorable, sin duda de los mejores escuchados durante este Festival. Ojalá en próximas convocatorias del FIS se continúen haciendo realidad programas como este.