Mortal y rosa es la propuesta que nos hace Milord K
Producciones, con Linker como director, sobre el celebérrimo texto en que
Francisco Umbral, allá por los 70, lloró la pérdida de su hijo —al tiempo que
reflexionaba sobre el ser y la literatura— con pluma menos acerada y más humana
que de costumbre, bajo la forma estilística del flujo de conciencia. En el
montaje que este fin de semana hemos contemplado en el CASYC se entremezclaron
la danza y el monólogo para dar carne a este texto peculiar, complejo en verdad
de llevar a las tablas. Un montaje que nos produjo sensaciones contrapuestas
por motivos diversos. Acertada pareció, precisamente por la mencionada
dificultad de la obra, la sencillez de la escenografía: un suelo impregnado de
la tierra a la que todos hemos de volver y una pantalla de fondo como soporte
de proyección de imágenes y colores de simbología igualmente sencilla (luna:
sueño; naranja: sol; azul: mar...). La iluminación fue eficaz, subrayando bien los
efectos o personajes que en cada momento se precisaban.
Mayor desequilibrio, en cambio, se percibió en el desarrollo
del montaje, muy inclinado hacia la música y la danza —por otra parte, lo mejor
con diferencia de la obra—. Entendiendo la densidad del texto umbraliano, se
seleccionaron ciertos pasajes, declamados, más que interpretados, por un
inexpresivo Pablo Escobedo en inverosímil actitud de padre, que robó con su
pusilanimidad mucha sustancia a la literatura. Por contra, las excelentes intervenciones
de danza de Alberto Pineda, el hijo que vive, es evocado y muere en escena, ataviado
con un look turbador, oscilante entre la inocencia del Principito y un torturado
niño de Egon Schiele, se alargaron excesivamente, a pesar de su indudable
talento, muy aplaudido y con razón. Hermosa y sobria fue la discreta aparición de Lidia
Gil, madre que avanza de la felicidad al tormento de forma elegante, comedida y
sutil.
Nos parece ciertamente plausible la osadía de llevar al
teatro Mortal y rosa, y nos gustó también su concepto de partida, pero tal
vez hubiera debido potenciarse y trabajar mejor la parte dramática y acortar la
duración de las secciones de danza, aún a pesar de su belleza.