Castaldi, Bellerofonte: Ferita d'amore. Música para tiorba.
Evangelina Mascardi, tiorba
Mónica Pustilnik, tiorbino
Marco Beasley, tenor
Arcana, 2011. 58'01''
Disponible en www.diverdi.com
Bellerofonte, exterminador de Quimera y domador de Pegaso —según reza el mito—, era cojo. Por una extraña coincidencia, Bellerofonte Castaldi, nacido en Módena —tierra de apreciado vinagre balsámico—, llevó un nombre y una vida no exentos de leyenda. Su nombre respondió a un extravagante deseo de su padre, que bautizó a sus siete hijos evocando grandes mitos clásicos con el fin de evitar que fueran confundidos con otros niños, dada la relativa frecuencia del apellido Castaldi. Con los años, Bellerofonte Castaldi, no exento de heroicidad, se ve envuelto en una cadena de crímenes, de los que la primera víctima fue su propio hermano Oromedonte, a cuyo asesino Bellerofonte hizo después matar en su presencia; tras la venganza, se suscitó un duelo entre las dos familias afectadas, del que Bellerofonte emergió con un pie herido. Cojo para siempre, este defecto míticamente predestinado marcaría su vida, alejando de él toda posibilidad de compañía conyugal y sumiéndole en las elegantes quejas de la tiorba e incluso de su hermano el tiorbino, del que fue precisamente el inventor.
Las «heridas del amor», pues, hicieron presa en Bellerofonte Castaldi, y buena muestra de ellas se encuentran en este precioso disco editado por Arcana, que nos las acerca en tres bloques bien diferenciados. El primero de ellos se ve recorrido a la par por un exultante entusiasmo juvenil y por la bravura estilística. El segundo muestra influjos musicales diversos; en él se encuentra la gallarda que da título al disco. El tercer bloque, por último, más reflexivo, se dedica a la meditación sobre los placeres del amor y sus ensoñaciones, y ello se plasma en una especialísima delicadeza.
De Evangelina Mascardi, que ha presentado recientemente en concierto las obras de este cedé, cabe decir que es una de las mayores tiorbistas del momento; prueba de ello es su colaboración asidua con los mejores ensembles actuales: Venice Baroque Orchestra, Ensemble 415, Zefiro, Le Concert des Nations... Su cuerda pulsada es tan exquisita como expresiva. Al tiorbino, Mónica Pustilnik hace un espléndido trabajo. El dulce timbre del tenor Marco Beasley, presente en dos canciones, tal vez no sea del gusto de todos los oídos; agradará menos a los más historicistas y al contrario. En todo caso, nos hallamos ante un disco excelente.