Giovanni Antonio Pandolfi Mealli:
Sonatas para violín solo, Opera Quarta
Ars Antiqua Austria
Gunar Letzbor, violín y director
Arcana, 2011. 55’ 33’’
Se encuentra en Diverdi (www.diverdi.com)
Ars Antiqua Austria
Gunar Letzbor, violín y director
Arcana, 2011. 55’ 33’’
Se encuentra en Diverdi (www.diverdi.com)
Quién no recuerda de Pandolfi aquella grabación, quizá algo académica pero en todo caso excelente que realizaron Andrew Manze y Richard Egarr en Harmonia Mundi de las sonatas para violín completas de Giovanni Antonio Pandolfi (op. Terza y op. Quarta), allá por los años 90. De Pandolfi no se sabía gran cosa hasta hace no mucho tiempo, a excepción de ser más o menos coetáneo de otros grandes virtuosos del violín (Matteis, Uccellini, sobre todo Biber) y que murió joven, en torno a los cincuenta años. Últimamente, en cambio, puede decirse que hemos llegado a saber incluso demasiado. Y es que Giovanni Pandolfi, curiosamente, acabó muy vinculado a España (donde murió), y en particular a la corte de los Austrias, precisamente por su tortuoso pasado juvenil. En efecto, sin llegar a forjarse leyenda tan negra como la del príncipe Gesualdo, parece que en un concierto atravesó con su espada a un castrato (malo había de ser, por Dios) y de ahí en adelante hubo de huir de Sicilia, donde bien vivía.
Los Ars Antiqua Austria siempre buscan una nueva vuelta de tuerca a las obras que interpretan, rastreando matices nuevos, la frescura adormecida en obras aparentemente inocentes o ya muy exploradas, y este nuevo cedé no constituye una excepción. El ensemble de Gunar Letzbor se desmelena absolutamente en esta nueva entrega y nos ofrece a un violinista en auténtico estado de gracia, capaz de pasar del más increíble virtuosismo, pleno de trinos y quiebros portentosos, al lirismo más íntimo, introspectivo y delicado. El monstruo, pues no otra cosa se le puede llamar, se ve acompañado de un bajo continuo memorable. Y es que Ars Antiqua Austria empieza ya a ser total garantía de calidad, hasta el punto de que no hay que escuchar un solo corte para saber que todos sus registros hay, velis nolis, que comprárselos. Un discazo que admirará y hará emocionarse a los amantes del violín.