SÓLO DOS ACTORES

Es verdad que se extinguen. Los buenos. Los buenos poetas, los buenos periodistas, los buenos actores… una raza especial de hombres (y mujeres, sí, ya lo sabemos, no se subleven los políticamente correctos) que entendían su labor, fuera cual fuera, de un modo prácticamente impensable en la actualidad. No vamos a ponernos tan pesimistas como para decir que no hay relevo, pero es cierto que ese relevo se produce no sin dificultades, y sin duda con sus matices. En este sentido, el título de la obra presentada este fin de semana en la Sala Pereda del Palacio de Festivales –Dos Menos– parece perfectamente ajustada a lo que se acaba de comentar. José Sacristán (1937) y Héctor Alterio (1929), dos grandes de la escena teatral desde hace décadas, se han exhibido en Santander en el que probablemente ha de ser uno de sus últimos tour de force sobre las tablas, y en especial vis a vis; una oportunidad –la de reunir a estos dos “monstruos”– que ha venido propiciada por el respeto mutuo que se profesaban ambos con anterioridad a este trabajo compartido.
Sacristán y Alterio encarnan a dos hombres en la última estación de su vida, dos enfermos terminales de cáncer, que huyen en un último empuje de su aliento del punto al que sin remedio han de volver, que por unas breves horas hacen realidad esa cuestión que sin duda cualquiera se ha planteado alguna vez: ¿qué hacer con los últimos vestigios de tu vida, cuando sabes que tan sólo te resta un puñado de minutos? Sutilmente compenetrados, sin disminuirse el uno al otro, dueños de la situación y de la escena, naturales en su apostura interpretativa, Sacristán y Alterio dieron una grata lección de teatro en la representación de Dos Menos, rebasando probablemente las expectativas que podían albergarse sobre el texto dramático per se, que en verdad no constituye ningún prodigio de concepto ni escritura. El texto en cuestión, salido de la mano de Samuel Benchetrit (autor publicado en España por Anagrama), recala en esa moda tan actual de abordar lo trágico desde la comedia, forzando inverosímilmente los recursos y adoptando soluciones inesperadas y un tanto desflecadas. Vamos, no obstante, acostumbrándonos a este tipo de propuestas tan sumamente comerciales, tan sumamente amables, tan sumamente digestivas, una suerte de papilla teatral que nos va a acabar por involucionar la dentadura si nadie lo remedia, dejándonos sin muelas las encías a fuerza de no tener qué masticar. Cosas de la contemporaneidad.
A tono con lo elemental del planteamiento, el director Óscar Martínez ha optado con acierto por una escena bastante minimalista, apoyando el efecto del montaje más en las luces que en los elementos escénicos y, por supuesto, en la personalidad de los dos grandes actores, cuya presencia hace casi innecesario todo lo demás. Precisamente por lo destacado de estos dos recursos, hubiera sido aconsejable y además factible decantarse por una escena todavía más limpia, pues los paneles del fondo, y en particular su obsesiva decoración geométrica, resultan visualmente invasivos y un punto antiestéticos. En relación con los actores secundarios, Cecilia Solaguren y Nicolás Vega, cabe decir que cumplieron su cometido conforme a lo que de sus papeles se esperaba: con corrección pero sin entusiasmo, de acuerdo con unos personajes que argumentalmente ejercían de mero decorado.
En resumen, Dos Menos es una obra que, adaptada por Martínez como un guante a un único propósito esencial –el lucimiento de dos grandes actores en el confín de su carrera-, constituye una opción amena para amantes de los duelos interpretativos, de los argumentos agridulces (más dulces que agri) y de la nostalgia de un oficio que se extingue poco a poco, dando paso a nuevos derroteros.

Comentarios

andoba ha dicho que…
Quizá le diría, Doña Ana, que no hay mal que por bien no venga. Es posible que nos veamos obligados a ser más activos, a buscar nosotros mismos esas otras opciones más intensas, menos "papillas digestivas", que es lo que se nos va a ir ofreciendo cada vez más, sabe dios con qué fines (que sabemos perfectamente).

¿Todo lo bueno se va acabando? ¿O no será que van cambiando los puntos de vista y las coordenadas de valoración? ¿O acaso cualquier tiempo pasado fue mejor?

He esperado con interés su propuesta musical. Como no ha llegado, permítame hacerle una -que tal vez usted ya conozca-. Es una canción que he descubierto recientemente. Es tradicional y hay otras versiones, pero a mí es ésta la que me pone los pelos de punta. Le deseo lo mismo.

http://www.goear.com/listen/ca24075/Shes-like-a-swallow-Kings-Singers
Anónimo ha dicho que…
Estimado Andoba: No, no todo tiempo pasado fue mejor, pero hay cosas mejores en el pasado que en el presente, y la interpretación teatral se encuentra entre ellas. En una gran mayoría de los actores de hoy (cuidado, no estoy diciendo en todos) falta apostura, buen hacer, buena dicción...
Mil gracias por su enlace. Es, en efecto, una muy bella canción. En breve colgaré otro de mis vídeos. Un abrazo.