Simone Kermes (Dido), Deborah York (Belinda), Dimitris Tiliakos (Aeneas), Oleg Ryabets (Hechicera)
The New Siberian Singers
MusicAeterna.
Teodor Currentzis, dirección
Alpha, 2008. 63’45
Distribuye: Diverdi
Oliver Cromwell –recordado por su persecución y exterminio, aunque no sólo, de todo lo relacionado con la cultura y las artes– tuvo a bien desaparecer de este mundo justamente antes del nacimiento de Henry Purcell. Gracias a su oportunísimo deceso contamos hoy con la oportunidad de disfrutar de una de las piezas maestras y sin duda más bellas del repertorio operístico de todos los tiempos.
Henry Purcell alumbró la maravilla que es el Dido y Eneas en el periodo final de su vida –lo que tampoco es decir mucho, ya que murió a los 36– tras adaptarse a los gustos y exigencias de tres monarcas sucesivos (Carlos II, Jacobo II y Guillermo III). A diferencia del resto de composiciones escénicas del inglés, Dido y Eneas no entra en la categoría en él habitual de semiópera, en el sentido de que no incluye partes habladas. El Dido y Eneas constituye una belleza ininterrumpida de una hora en la que sin duda sobresale el célebre “Lamento de Dido”, pero que está cuajada de varios pasajes memorables.
Puede suponerse que son múltiples las grabaciones existentes de la obra, aunque su interpretación más adecuada, esto es, con vocación e instrumentos originales, es relativamente reciente. Ahora bien, la versión que ahora presenta el sello Alpha puede señalarse, sin hipérbole, entre las más hermosas y mejor leídas del mercado. Y digo esto sin perder de vista las de Christie o Jacobs, que son espléndidas. La dirección de Currentzis es exquisita: con un sentido dramático excepcional, sabe subrayar los elementos más tenebrosos de la obra (atención a la magnífica Obertura, al Preludio de la Brujas o a “Your counsel”) y está pendiente de cada recoveco de la partitura. Además, se incluye la chacona del Acto II, ausente de tantas grabaciones. Simone Kermes prescinde de sus modos menos gratos para ofrecer una Dido de auténtico 10, sentida, frágil, emocionante hasta la lágrima. Deborah York es una deliciosa Belinda, Eneas resulta noble en la voz de Dimitris Tiliakos y Oleg Ryabets es toda una hechicera. Excelente el resto del elenco y la actuación limpísima de los New Siberian Singers. A ello cabe añadir una presentación preciosa. Un disco de lujo. Imprescindible.
The New Siberian Singers
MusicAeterna.
Teodor Currentzis, dirección
Alpha, 2008. 63’45
Distribuye: Diverdi
Oliver Cromwell –recordado por su persecución y exterminio, aunque no sólo, de todo lo relacionado con la cultura y las artes– tuvo a bien desaparecer de este mundo justamente antes del nacimiento de Henry Purcell. Gracias a su oportunísimo deceso contamos hoy con la oportunidad de disfrutar de una de las piezas maestras y sin duda más bellas del repertorio operístico de todos los tiempos.
Henry Purcell alumbró la maravilla que es el Dido y Eneas en el periodo final de su vida –lo que tampoco es decir mucho, ya que murió a los 36– tras adaptarse a los gustos y exigencias de tres monarcas sucesivos (Carlos II, Jacobo II y Guillermo III). A diferencia del resto de composiciones escénicas del inglés, Dido y Eneas no entra en la categoría en él habitual de semiópera, en el sentido de que no incluye partes habladas. El Dido y Eneas constituye una belleza ininterrumpida de una hora en la que sin duda sobresale el célebre “Lamento de Dido”, pero que está cuajada de varios pasajes memorables.
Puede suponerse que son múltiples las grabaciones existentes de la obra, aunque su interpretación más adecuada, esto es, con vocación e instrumentos originales, es relativamente reciente. Ahora bien, la versión que ahora presenta el sello Alpha puede señalarse, sin hipérbole, entre las más hermosas y mejor leídas del mercado. Y digo esto sin perder de vista las de Christie o Jacobs, que son espléndidas. La dirección de Currentzis es exquisita: con un sentido dramático excepcional, sabe subrayar los elementos más tenebrosos de la obra (atención a la magnífica Obertura, al Preludio de la Brujas o a “Your counsel”) y está pendiente de cada recoveco de la partitura. Además, se incluye la chacona del Acto II, ausente de tantas grabaciones. Simone Kermes prescinde de sus modos menos gratos para ofrecer una Dido de auténtico 10, sentida, frágil, emocionante hasta la lágrima. Deborah York es una deliciosa Belinda, Eneas resulta noble en la voz de Dimitris Tiliakos y Oleg Ryabets es toda una hechicera. Excelente el resto del elenco y la actuación limpísima de los New Siberian Singers. A ello cabe añadir una presentación preciosa. Un disco de lujo. Imprescindible.
Comentarios
Entre otras cosas, porque, como dice Dalhaus, es imposible llevar a cabo una representación perfectamente historicista: ni los instrumentos son exactamente iguales, ni los intérpretes llevan a cabo su tarea de forma igual (las técnicas no son las mismas ni pueden llegar a serlo del todo), ni, lo que es más importante, nosotros vamos a percibir la música de la manera en era percibida por un cortesano del s. XVII.
Esto nos debe llevar a considerar que una interpretación "adecuada" no es la que pretende ser más fiel a lo que se representó hace más de tres siglos.
Por eso, una propuesta historicista puede ser interesante (en la era posmoderna tenemos de todo, lo cual es algo nuevo) pero también puede ser aburrida.
Un saludo.
Decir que las interpretaciones historicistas son aburridas indica que no se las escucha con la debida atención o conocimiento. Por lo demás, alguien puede defender que el Orfeo de Monteverdi es más aburrido que el Barbero de Sevilla de Rossini: de gustibus non est disputandum. Pero... mejor me callo.
Abusando del mismo argumento, y en tanto usted dice que los intereses de los oyentes de ahora no son los mismos que los de los oyentes de antes, pues tal vez habría que plantearse dejar de escuchar música antigua, dado que quizá no nos interese en absoluto, con criterios historicistas o incluso sin ellos. En realidad, deberíamos escuchar solamente música rock o bien música contemporánea electrónica, y olvidarnos de Monteverdi, Handel, Mozart y compañía, cuyo discurso puede resultar anticuado a unos cuantos oídos.
Saludos cordiales.
Es verdad que hay muchos defensores de esta forma, nueva en la historia de la recepción desde el inicio de la polifonía, de considerar el arte (o arte-museo). Pero puede ser síntoma de la pérdida de una música viva ya que cuando se recurre a la recreación es que "algo falta".
En cualquier caso, no me refería a que los gustos de un cortesano del s. XVII sean distintos que los de una persona actual (que lo son) si no más bien que la recepción no puede ser la misma. De ahí que el ansia historicista, en último término, no tenga fundamento.
Para explicarme mejor puedo decir que la idea de trasladarnos nosotros al pasado para percibir la música es interesante pero no "más adecuada".
Frente a ese planteamiento que en realidad sólo nos permite intuir el espíritu del que surgió la obra (menos sutilmente: la idea académica del intérprete más bien. A la manera en que los folkloristas positivistas del XIX "veían" el espíritu del pueblo en sus recopilaciones -algo que sólo estaba en sus cabezas) le propongo la consideración de los paradigmas musicales de su tiempo (incluso el del rock) por lo menos a igualdad de circunstancias que los de la recreación.
De esta forma, y aunque parezca mentira, estará más cerca que ahora de Bach y de Mozart ya que podrá saborear la música dentro de su propio tiempo. Tal y como hicieron ellos.
Un saludo.
Un saludo.
Tiene razón. Es una discusión inacabable posiblemente pero por eso entretenida.
En cuanto a Cervantes también puedo decirle que disfruto más a Bolaño por las mismas razones. Lo cual no me impide disfrutar también del castellano antiguo de Cervantes.
En cualquier caso no considero superior una forma antigua sólo por serlo sino por sus propuestas artísticas. Lo que debe ser valorado en cada circunstancia sin a prioris.
Como sabe, la música del barroco, a parte de lo dicho, estaba dispuesta a la ornamentación improvisada y no escrita en partitura. De ahí que sean interesantes las combinaciones de Bach con el jazz como las de Loussier, al que hacía usted referencia, ya que parten de una forma parecida de notación (un bajo continuo y una partitura de piano de jazz ofrecen poco más que el cifrado para el intérprete).
Muchas gracias por su atención de nuevo.
Un saludo.
En cuanto a las ornamentaciones improvisadas... bien, toda improvisación, como su nombre indica, está al margen de la partitura, pero lo mismo en la música del XVII que en la del XX. Pero una sonata en trio es una sonata en trio. Y eso no lo mueve nadie, oiga. Por mucho que la mismísima Filarmónica de Viena al completo se empeñara en tocarla: tocaría... vaya usted a saber qué.
De todos modos, a mí me parece que los antihistoricistas están muy ocupados en desgraciar la música antigua. ¿Por qué no se dedican a hacerle unos cuantos cambios a Verdi... o a Stockhausen?
Saludos.
Estoy impaciente por escuchar esta versión que tan elogiosas críticas recibe, ya que, desde semanas atrás llevo a cabo una revisión (para mi disfrute particular) de la discografía del Dido.
Quizá sea este término "disfrute" el que yo elegiría para decantarme en la imposible controversia sobre el carácter historicista de una interpretación. Disfrutemos (aprendamos de) todas las visiones, no te parece?
Tienes razón: de lo que se trata, en última instancia, es de disfrutar, aunque está claro que se disfruta más con unos modos que con otros :-)
Ya nos contarás que te parece esta versión de los siberianos.
Saludo de bienvenida.
http://ipromesisposi.blogspot.com/
Hace ya algunos meses que escribí un comentario aquí a propósito del Dido y Eneas (y la controversia sobre interpretaciones). Quizá entonces nació la intención de dedicar algún tiempo a esta cuestión. Bien, te invito a visitar mi humilde y titubeante blog, donde repaso algunas de esas inolvidables Didos. Será para mí un verdadero honor.