Akademie für Alte Musik – Berlín
Xenia Löffler, oboe
Sebastian Hess, violonchelo
Georg Kallweit, violín y dirección
Harmonia Mundi, 2008. 53’22
Distribuye: Harmonia Mundi
No es mucho lo que se conoce de Giovanni Benedetto Platti, aparte de que era un consumado oboísta y que siguió la estela de otros compositores de los siglos XVII y XVIII al abandonar su Italia natal y emigrar hacia lugares más al norte, donde la “exótica” música italiana era bien apreciada. Así lo hicieron Locatelli, Geminiani y el mismo Platti, que terminó por recalar en Wurtzbourg (Alemania), la ciudad que vio nacer al gran Matthias Grünewald.
Bebiendo de las fuentes que le proporcionó su protector, el conde Rudolf Franz Erwein, Platti llegó al conocimiento y partituras de Corelli, y de su devoción por el maestro de Fusignano nacieron estas composiciones que ahora nos ofrece el sello Harmonia Mundi. Curiosamente, Platti transformó en el género “inventado” por Corelli las célebres Sonatas para Violín de éste, si bien introduciendo algunas variaciones importantes: esencialmente, la adición de instrumentos de viento en el ripieno (orquesta acompañante de los solistas de cuerda o concertino), a la manera de Haendel. El disco también incluye una peculiaridad: el único concierto para oboe que compuso Platti; una extrañeza, sin duda –dada la habilidad del músico en este instrumento– que permite suponer que hay obras de Platti que permanecen aún desconocidas.
La interpretación de la Akademie für Alte Musik es deliciosa sin amaneramientos, fastuosa sin excesos. El sonido es brillante y el ritmo vivaz sin incurrir en la precipitación que afea algunas grabaciones, más atentas al mero virtuosismo que al ritmo natural de las obras. En definitiva, un disco jubiloso y rebosante de elegancia para quien quiera contagiar su Navidad de la felicidad esplendorosa del Barroco.
Xenia Löffler, oboe
Sebastian Hess, violonchelo
Georg Kallweit, violín y dirección
Harmonia Mundi, 2008. 53’22
Distribuye: Harmonia Mundi
No es mucho lo que se conoce de Giovanni Benedetto Platti, aparte de que era un consumado oboísta y que siguió la estela de otros compositores de los siglos XVII y XVIII al abandonar su Italia natal y emigrar hacia lugares más al norte, donde la “exótica” música italiana era bien apreciada. Así lo hicieron Locatelli, Geminiani y el mismo Platti, que terminó por recalar en Wurtzbourg (Alemania), la ciudad que vio nacer al gran Matthias Grünewald.
Bebiendo de las fuentes que le proporcionó su protector, el conde Rudolf Franz Erwein, Platti llegó al conocimiento y partituras de Corelli, y de su devoción por el maestro de Fusignano nacieron estas composiciones que ahora nos ofrece el sello Harmonia Mundi. Curiosamente, Platti transformó en el género “inventado” por Corelli las célebres Sonatas para Violín de éste, si bien introduciendo algunas variaciones importantes: esencialmente, la adición de instrumentos de viento en el ripieno (orquesta acompañante de los solistas de cuerda o concertino), a la manera de Haendel. El disco también incluye una peculiaridad: el único concierto para oboe que compuso Platti; una extrañeza, sin duda –dada la habilidad del músico en este instrumento– que permite suponer que hay obras de Platti que permanecen aún desconocidas.
La interpretación de la Akademie für Alte Musik es deliciosa sin amaneramientos, fastuosa sin excesos. El sonido es brillante y el ritmo vivaz sin incurrir en la precipitación que afea algunas grabaciones, más atentas al mero virtuosismo que al ritmo natural de las obras. En definitiva, un disco jubiloso y rebosante de elegancia para quien quiera contagiar su Navidad de la felicidad esplendorosa del Barroco.
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