María Espada, soprano
Forma Antiqva
Aarón Zapico, dirección
Arsis, 2008. 60’53
Distribuye: Diverdi
Si hablamos de Domenico Scarlatti lo primero que nos viene a la cabeza son sus más de quinientas sonatas para clave, plenas de virtuosismo, hondura y elegancia, que siempre han tentado a los clavecinistas más osados. Sin embargo, en la producción de Scarlatti hay otras composiciones igualmente interesantes y exquisitas, y buena muestra de ellas nos ofrece el joven al tiempo que brillante conjunto asturiano Forma Antiqva en su último disco –Sopra Scarlatti– que es una maravilla del principio al fin… y la prueba fehaciente de que los músicos españoles tienen mucho y bueno que decir. Esta agrupación ya nos deleitó hace poco con su disco anterior, Insólito Estupor, en que se recogían con magnífico gusto piezas del acervo barroco hispanoamericano; pero en Sopra Scarlatti puede decirse sin hipérbole que Forma Antiqva se ha superado en repertorio y delicadeza de ejecución. El disco aborda cuatro cantatas para soprano de la etapa juvenil de Scarlatti, tal vez inadvertidas por hallarse el músico por ese entonces bajo el supuesto influjo de su padre. Craso error. Las cantatas en cuestión hacen gala de una frescura y una ornamentación seductoras; no olvidemos que Scarlatti compitió con Haendel ante el cardenal Ottoboni en una de sus escogidas veladas musicales. Nosotros ahora podemos disfrutarlas en la preciosa y modulada voz de María Espada, rebosante de matices, acompañada de un continuo sobresaliente y colorista a base de clave, violonchelo, tiorba, guitarra y archilaúd, cuyos miembros se permiten con acierto reescribir para cuerda pulsada alguna de las escarlatianas sonatas para clave que intercalan entre los cortes vocales. Amor, venganza, pasión, celos… se dan encantadora cita en este disco que, además, cuenta con una bella presentación y un libreto que incluye una entrevista con la agrupación y los textos de las cantatas en una buena traducción.
Forma Antiqva
Aarón Zapico, dirección
Arsis, 2008. 60’53
Distribuye: Diverdi
Si hablamos de Domenico Scarlatti lo primero que nos viene a la cabeza son sus más de quinientas sonatas para clave, plenas de virtuosismo, hondura y elegancia, que siempre han tentado a los clavecinistas más osados. Sin embargo, en la producción de Scarlatti hay otras composiciones igualmente interesantes y exquisitas, y buena muestra de ellas nos ofrece el joven al tiempo que brillante conjunto asturiano Forma Antiqva en su último disco –Sopra Scarlatti– que es una maravilla del principio al fin… y la prueba fehaciente de que los músicos españoles tienen mucho y bueno que decir. Esta agrupación ya nos deleitó hace poco con su disco anterior, Insólito Estupor, en que se recogían con magnífico gusto piezas del acervo barroco hispanoamericano; pero en Sopra Scarlatti puede decirse sin hipérbole que Forma Antiqva se ha superado en repertorio y delicadeza de ejecución. El disco aborda cuatro cantatas para soprano de la etapa juvenil de Scarlatti, tal vez inadvertidas por hallarse el músico por ese entonces bajo el supuesto influjo de su padre. Craso error. Las cantatas en cuestión hacen gala de una frescura y una ornamentación seductoras; no olvidemos que Scarlatti compitió con Haendel ante el cardenal Ottoboni en una de sus escogidas veladas musicales. Nosotros ahora podemos disfrutarlas en la preciosa y modulada voz de María Espada, rebosante de matices, acompañada de un continuo sobresaliente y colorista a base de clave, violonchelo, tiorba, guitarra y archilaúd, cuyos miembros se permiten con acierto reescribir para cuerda pulsada alguna de las escarlatianas sonatas para clave que intercalan entre los cortes vocales. Amor, venganza, pasión, celos… se dan encantadora cita en este disco que, además, cuenta con una bella presentación y un libreto que incluye una entrevista con la agrupación y los textos de las cantatas en una buena traducción.
Comentarios
Y tu "escarlatiana" me ha recordado Memorial del convento, en mi opinión la mejor novela que escribiera nunca Saramago.
Y en cuanto a Saramago, totalmente de acuerdo en lo que dices. Yo incluso me atrevería a afirmar que el Memorial es la única novela que ha escrito el portugués; supo recrear un ambiente único.
Beso.
Un fuerte abrazo.
Besos,