J.S.BACH: Tombeau de Sa Majesté la Reina de Pologne, BWV 198

Katharine Fuge, soprano
Carlos Mena, contratenor
Jan Kobow, tenor
Stephan MacLeod, bajo
Francis Jacob, órgano
Ricercar Consort
Philippe Pierlot, director

Mirare, 2007. 78’19
Distribuye: Harmonia Mundi


La muerte el 5 de septiembre de 1727 de la princesa Christiane Eberhardine de Brandenburgo-Bayreuth resultó una conmoción para sus súbditos de corazón, en Sajonia, que la apreciaban especialmente por mantenerse protestante y resistir al catolicismo practicado por su esposo, Federico Augusto I, rey de Polonia que para serlo hubo de abandonar la fe luterana. El poeta Johann Cristoph Gottsched compuso un delicado poema ensalzando la pureza de la reina y se encargó a Bach expresamente que compusiera música para tal texto. El resultado fue una creación expresa, sin rastro de páginas anteriores (sí será en cambio inspiración de la desaparecida Pasión según Marcos), con una instrumentación poco habitual, a base de flautas traveseras, oboes de amor, violas de gamba, laúdes y bajo continuo, instrumentos ligados tradicionalmente a la compasión y al dolor; la articulación, también original, consta de un primer coro concertante, un segundo en fuga y un tercero en lied de ritmo ternario. Debió de ser todo un espectáculo ver al grandísimo Bach el 17 de octubre de aquel 1727 dirigiendo su obra “a la italiana”, desde el clave, sin privarse de iniciar y finalizar la misma al órgano de la Iglesia de San Pablo de la Universidad de Leipzig. Ahí es nada.
Ese preludio y fuga al órgano, y asimismo el Monumento Funerario a la Reina de Polonia son las piezas que aborda ese experto del intimismo que es Philippe Pierlot, quien opta por un Bach menos fastuoso que recogido y exquisito. La delicadísima textura de la peculiar instrumentación se ve subrayada por el Ricercar Consort con transparencia. Las voces se contagian de la misma elegante aflicción, destacándose tal vez la soprano Katharine Fuge, con un timbre aéreo que brilla especialmente en el aria “Verstummt, verstummt ihr holden Saiten”. El disco se completa con otro bocado delicioso: una de las cuatro misas luteranas (la BWV 234), cuya integral apareció el año pasado en inspirada versión en Harmonia Mundi. A la siempre cuidada edición del sello Mirare debe añadirse –aleluya– la presencia de libreto en español.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Muchas gracias, Ana, por tu espléndido comentario. Es un disco extraordinario. Te felicito por tus blogs, todos maravillosos y cuidadísimos en escritura y maquetación.
Anónimo ha dicho que…
Gracias a ti, estimado anónimo, por tu visita y generoso comentario. Estás en tu(s) casa(s) :-)