Una cosa rara no es solamente una de las óperas más conocidas del compositor valenciano Martín y Soler, sino también una de las obras más representadas de su autor y del propio tiempo en que vivió, allá por la segunda mitad del siglo XVIII. Como es sabido, la música de “Martín el Español” gozó de amplio reconocimiento en su momento en toda Europa, y en particular en la Viena de Da Ponte y Mozart se movía Martín como pez en el agua: en el Don Giovanni del genio salzburgués hay una inclusión breve pero explícita de una de sus melodías, perteneciente precisamente a Una cosa rara (cuyo libreto era del mismo Da Ponte), y en las copiosas memorias del desmesurado Lorenzo se da noticia del éxito del valenciano entre las damas cortesanas.
La enorme aceptación de Una cosa rara, sin ser una obra genial, radicó seguramente en lo firme de sus mimbres y en la facilidad de conexión con un público ávido de música aunque intelectualmente alejado de las complejas delicatessen que suponían, por ejemplo, las óperas de Mozart. El tema, por lo demás, estaba muy imbricado en la sociedad de la época: la extrañeza que suponía la unión en la misma mujer de la belleza y la honestidad fue un tópico repetido ad nauseam en la literatura y la ópera del XVIII, y si a ello añadimos el barniz jocoso que Martín le imprime, es fácil entender el atractivo de que gozó la composición.
Ahora bien, si rara parecía por entonces semejante conjunción de virtudes en mujer alguna, más rara nos parece ahora la versión que de la ópera en cuestión acaban de grabar Joan Enric Lluna y el ensemble de viento Moonwind. En realidad, por ser más precisos, la grabación remite a una Harmoniemusik o transcripción para instrumentos de viento realizada por Jan Nepomuk Wendt, oboísta de la Corte de Mannheim. Moonwinds se permite añadir a la transcripción de Wendt un contrabajo. No diremos que estas transcripciones carezcan de interés, pero es evidente que suponen un pálido reflejo de la ópera de Martín y Soler, a lo que se añade una interpretación no especialmente brillante. Lluna y Moonwind no consiguen remontar el vuelo ni siquiera en los tres divertimenti con que se remata la grabación; la ejecución es correcta pero plana hasta el bostezo, bien distante de la frescura y el gracejo de la música del valenciano. Avisados quedan, pues, los rastreadores de óperas de Martín y Soler. Quienes quieran hacerse con Una cosa rara tendrán por fuerza que recalar en la grabación de Savall para Astrée; y aun sin ser tampoco ésta especialmente memorable, al menos guarda respeto a la integridad del original.
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