EL RITMO DE LAS ESTACIONES


Antonio Vivaldi (+Theo Bleckmann y Uri Caine): 
Las cuatro estaciones.
Aitor Hevia, violín
Forma Antiqva
Aarón Zapico, director musical
Theo Bleckmann, voz
Uri Caine, piano
Winter&Winter, 2012.
Disponible en www.diverdi.com

Presentar hoy por hoy los conciertos de las «Cuatro Estaciones» de Vivaldi (el op. 8 incluido en Il cimento dell'armonia e dell'invenzione) parece casi innecesario. Lo mismo, entonces, cabría decir de una nueva versión discográfica de este op. 8, del que ya existen tantísimos registros. Y sin embargo nos hemos dado de bruces con una singular sorpresa. No, las «Cuatro Estaciones» de Forma Antiqva poco tienen que ver con nada que hayamos escuchado hasta ahora.
Es verdad que los últimos años nos han ido deparando lecturas refrescantes de las Estaciones del cura pelirrojo. Su rehabilitación y casi descubrimiento, frente a tristezas y melosidades previas, vino de la certera mano de Fabio Biondi, y tras él se sucedieron proezas como las de Stefano Montanari, Giuliano Carmignola o Amandine Beyer. Así pues, ¿qué tenemos de nuevo entre las manos?
La concepción de los Zapico satisfará a oídos experimentados y deseosos de sensaciones fuertes, también a quienes se acerquen por primera vez a estos conciertos (siempre hay una primera vez, incluso para las «Cuatro Estaciones»). Con unos ataques fulminantes por parte del impresionante violinista que es Aitor Hevia y con una concepción que no sé si calificar como teatral o casi cinematográfica de la partitura (podría decirse que «vemos» la colorida sucesión de las estaciones), en la que los Forma Antiqva demuestran que saben buscar tres pies al gato más ladino y que poseen un horizonte musical que se posa mucho más allá de la mera notación, nos encontramos con una versión deliciosa, vivaz, contrastada al límite, y por ello muy poderosa. Es más: los Zapico siempre consiguen que resulte espontáneo y natural lo que, hasta que ellos no lo tocan, no lo era (por ejemplo, reducir en más de un minuto el adagio molto del Otoño).
El disco se completa con cuatro intervenciones a modo de preludios del bien conocido Uri Caine al piano e instrumentos electrónicos, quien acompaña la declamación cantada por parte de Theo Bleckmann de los cuatro poemas «estacionales» —presumiblemente vivaldianos— que sustentaron cada concierto del op. 8 (singular ut musica poesis). Es una lástima que los poemas se presenten en versión inglesa en lugar de la italiana original. En todo caso, suponen un singular encuentro de visiones y de siglos que, si no a todos, gustará al curioso que apetezca un plus sobre Vivaldi.
En suma, otra fuerte —y ganadora— apuesta de Winter&Winter, combinada con una atrevida y bella presentación ilustrada por Marcel Van Eeden.