GRATO MENÚ NAPOLITANO

Continuando con el Ciclo de Música Antigua de la UIMP, el pasado jueves tuvo lugar su segunda convocatoria, protagonizada en esta ocasión por La Ritirata, grupo sobradamente conocido y reconocido por sus grabaciones y por los numerosos galardones recibidos a lo largo de su relativamente breve carrera, iniciada hace apenas 8 años por el cellista bilbaíno Josetxu Obregón, lo que en sí mismo ya es una forma de excentricidad.
En esta ocasión, y en el Paraninfo de la Magdalena, el ensemble se decantó por presentar un programa sustentado por conciertos napolitanos con el esquema de sonata da chiesa, con el acierto de elegir una serie de compositores muy diversos en origen y estilo, al parecer contenidos en un manuscrito de 1725. De este modo, accedimos a la erudición y sobriedad de Scarlatti, a la forma más convencionalmente napolitana de Mancini, al estilo transicional de Durante, a las deliciosas innovaciones de Porpora y a los exquisitos excesos de Fiorenza.
En esta ocasión hubo algunos cambios en los nombres de los intérpretes habituales. No obstante, contar con Andoni Mercero como violín primero es siempre un lujo y Pablo Martín Caminero en la viola también se desempeñó con perfecta integración. La labor de Oyarzábal al clave se hizo notar con mayor detalle en el concierto de Durante, mientras que sin duda una de las protagonistas de la noche fue Tamar Lalo, excelente intérprete en la flauta dulce, muy apreciada por el público presente. El violonchelo de Obregón sonó, según costumbre, con solvencia y pasión, muy subrayadas en el único concierto de Porpora del programa.
La velada fue de modo natural in crescendo en lo que se refiere a implicación de los músicos, de modo que las dos piezas finales —el concierto de Fiorenza, repleto de acrobacias con dobles y triples cuerdas, lírico y ensoñado, y la obra de cierre de Mancini, desde su preciosa fuga a su explosivo y colorido spiritoso final— resultaron un broche especialmente atractivo.
El grupo fue merecidamente aplaudido, pero por su parte no se estimó que nosotros mereciéramos propina alguna, batiéndose en retirada, como su nombre sugiere. Otra vez será.