EL REGALO DE VIVICA GENAUX

El sábado tuvo lugar en el Palacio de Festivales una de las citas musicales más interesantes del otoño. La gran mezzo Vivica Genaux, diva respetadísima en el circuito internacional, ofrecía una rareza: el estreno de su particular dedicatoria a la demasiado olvidada Pauline Viardot, hermana de la también mítica «Malibrán», figuras ambas indispensables del panorama musical del siglo XIX. Así, el espectáculo Vivica & Viardot constituye un recorrido por varias de las composiciones e interpretaciones más celebradas de Viardot y también por los principales hitos amorosos y amicales de su vida, esencialmente a través de extractos de su correspondencia con nombres como Turguénev, Berlioz, Saint-Saëns, Gounod o Sand, entre otros muchos. La dirección escénica corre a cargo de Paco Azorín, que se vale de una voz narrativa en off, una maqueta del castillo de Courtavenel —donde Viardot vivió y recibió a los mayores músicos de su tiempo— y de una pantalla en que se proyectan retratos, imágenes diversas y fragmentos de varias de las piezas cantadas.
Es evidente que la escueta escenografía es una excusa para que Vivica Genaux, acompañada al piano por Carlos Aragón, despliegue su enorme talento. La mezzo de Alaska posee un instrumento fantástico y personalísimo, y una técnica apabullante que le permite abordar coloraturas y pirotécnicos adornos con belleza y precisión. Estuvo brillante, honda y expresiva lo mismo en las pizpiretas piezas de alma española como Les filles de Cadix que en las delicadas nanas, en las canciones más dramáticas como el espectacular Lamento o Die Beschwörung que en las más intensas como la arrebatadora En mer. Genaux supo subrayar la relevancia del legado de Viardot durante dos horas de sorprendente entrega y agotadora exigencia vocal, en los cuatro idiomas requeridos por el repertorio. La mezzo además hizo gala de su implicación dramática al representar cada uno de los giros discursivos y de los sucesivos estados de ánimo de Viardot. Fue un acierto también el vestuario: un precioso traje largo que sentaba a Vivica como un guante y se multiplicaba al cambiar de colores y texturas con las luces escénicas. Todo en la noche fue un regalo.