UN PEU DE TOUT


 
La Real Cámara en el Festival Internacional de Santander

En la noche del viernes tuvo lugar en la Sala Pereda uno de los conciertos de cámara previstos dentro de la programación del Festival Internacional, con intervención de La Real Cámara, conjunto heterogéneo y versátil cuya cabeza es el violinista Emilio Moreno, que se rodea de intérpretes variados, por lo general del más alto nivel, en función del repertorio. Para no variar, este fue el caso en la velada del 8 de agosto, que bajo el título de «El gran violín barroco. C.P.E. Bach y su época» reunió a Moreno con dos de los hermanos Zapico, Aarón (clave) y Pablo (cuerda pulsada), bien conocidos por sus siempre personalísimas incursiones en aventuras de las que la discográfica Winter&Winter (entre otras) ha dejado más que grato testimonio.
A pesar de no inferirse con claridad de su título, el concierto constituyó realmente un recorrido por composiciones violinísticas de diversa ubicación: Alemania, Italia e incluso España, todas ellas con el denominador común del virtuosismo de un instrumento de indiscutible protagonismo en el tránsito del XVII al XVIII. En función de ese recorrido se alteró ligeramente el itinerario previsto, dejando la pieza de José de Herrando y los ayres y bailes españoles para la parte final a modo de cierre, e incluyéndose también una gavota que no estaba prevista en el programa de mano.
La primera parte evocó precisamente a C.P.E. Bach en una de sus piezas más hermosas: la Sonata para clave y violín en do menor Wg. 78, que a pesar de su belleza acusó cierto frío en la interpretación. La Sonata 12 en re menor de Veracini, auténtico mosaico de caprichos cromático-musicales de su compositor, incorporó la guitarra barroca de Pablo Zapico, arropando y haciendo más redondo el resultado, en un diálogo equilibrado a pesar de una cierta austeridad —y alguna desafinación en el violín barroco, un tanto díscolo a veces por su propio carácter— que extrañó dado el carácter arrobado del músico florentino que en su día acomplejó a Tartini con su virtuosismo. 
En la segunda parte del programa, tras el Corelli del op. 5, adaptado y ornamentado por Geminiani, que ya disfrutamos el pasado año en Argüeso, los músicos se encontraron evidentemente más cómodos e integrados, y muy específicamente en el repertorio español. La pieza de Herrando, una Sonata «ajardinada» ambientada en las delicias de la primavera en Aranjuez, constituyó una primicia en el Festival, pues aquí se interpretaba por vez primera, y Moreno hizo gala de su saber y sus dotes didácticas en su exhibición. Hubo aún mayor entrega y compenetración en los ayres finales (tirana, cumbée, fandango y gavota), ejecutados con gracejo y frescura, y lo mismo en el fandango que se regaló como propina al respetable.
En suma, un bonito e inhabitual programa que se repetirá y que a buen seguro se calentará este sábado y domingo en los Marcos Históricos de Isla y la Bien Aparecida.