ESPERANDO A LOS BÁRBAROS


Barbarian Beauty.
 Conciertos virtuosos barrocos. 
Dorothee Oberlinger, flauta de pico
 
Mayumi Hirasaki, violín
 
Marcel Comendant, cimbalón 
Il Suonar Parlante Orchestra 
Vittorio Ghielmi, dirección y viola da gamba 
Passacaille, 2011. 57'44'' 
Disponible en www.diverdi.com 

Es sabido que Paganini acuñó la expresión «il suonar parlante» para referirse a la peculiaridad de los instrumentos que podían reflejar la voz humana. En este nuevo disco de Vittorio Ghielmi los instrumentos no recogen la voz humana en sí, pero sí la fresca cháchara de la raíz popular más espontánea. «Bárbara belleza» fue la que Telemann apreció en su estancia en Cracovia, allá por el año 1705, cuando acompañaba al conde Erdmann von Promnitz, a cuyo servicio se encontraba. Allí el rebelde Telemann —quien años atrás se había opuesto con firmeza a la prohibición materna de dedicarse a la música— descubrió unas melodías extrañas y adictivas y un modo peculiar de tocar los instrumentos —del violín absolutamente pegado al cuerpo emanaba un timbre nunca oído— que le subyugaron, hasta el punto de afirmar que en solo ocho días de estancia junto a los músicos callejeros de Polonia se podían extraer ideas musicales para toda una vida. 
Tal vez no llegó a tal extremo la inspiración de Telemann, pero lo cierto es que sí utilizó algunos de los recursos que había presenciado, revistiéndolos de ropajes franceses o italianos, algo que para la versatilidad compositiva del músico de Magdeburgo era prácticamente pan comido. De Vittorio Ghielmi, acostumbrado a desenvolverse en los ámbitos musicales más variados, no sorprende el subrayado que realiza de estas peculiaridades «bárbaras», dejando que resuenen ecos de las músicas tradicionales del Este europeo en las partituras del citado Telemann, también de Graun, Vivaldi y Tartini, a quienes se acerca con una viola da gamba protagonista y vivaz. No se puede negar que todo suena de otra manera, y que además suena bien. La aportación al cimbalón de Marcel Comendant, buen conocedor de las pautas de la música gitana de Rumanía, acompaña con un toque encantador a las cuerdas brillantes y poderosas de Hirasaki y Ghielmi y al sabio entusiasmo de la orquesta Il Suonar Parlante, que nos arrastran hasta un «contaminado» y soberbio barroco despeinado. 
Heterodoxia y buen hacer se dan la mano en este disco inclasificable y sorprendente en el que la convencionalidad se ausenta ante la secular llamada de los bárbaros.