BEATUS VIR?

Johann Rosenmüller: Beatus vir?
Gli Incogniti
Raquel Andueza, soprano
Wolf Matthias Friedrich, bajo
Amandine Beyer, violín y dirección

Zig-Zag, 2010. 65’
Se encuentra en: Diverdi (www.diverdi.com)


No se conoce con demasiados detalles la vida de Johann Rosenmüller, pero en algún aspecto escabroso de su biografía no podemos evitar el paralelo con la figura contemporánea del gran director barroco Robert King, quien en sus ratos libres —o no tan libres— sentía una desmedida afición por los niños. King estuvo un par de años en prisión por sus atípicas querencias melódico-infantiles y algo parecido le ocurrió a nuestro querido Rosenmüller, a quien también le ponían «los niños del coro» —en particular, los niños del coro que él mismo dirigía en Leipzig, ciudad de promisorio empaque musical que, sin embargo, significaría su ruina personal. Ignoramos si, tras lograr escapar de su encierro, Rosenmüller reencauzó sus pasos por una senda íntima menos perniciosa. Lo cierto es que recaló en San Marcos de Venecia y después en el Ospedale Della Pietá, donde recomenzó un camino musical bastante destacado, entreverado de la majestuosidad alemana y la sensualidad mediterránea. Dejó, así pues, de ser el precursor de Bach en Leipzig para convertirse en el ídem de Vivaldi en Venecia.
Con semejante atrezzo vital, Rosenmüller adereza una música religiosa de hondo calado pero que al tiempo no renuncia a una delicada carnosidad. Le hace los honores en este cedé de apropiadísimo título una Amandine Beyer en estado de gracia, como por otro lado es habitual en ella, dirigiendo con sabiduría desde su violín al ensemble Gli Incogniti. No es la primera vez que semejante tándem nos deleita desde el sello Zig-Zag (inolvidables sus Cuatro Estaciones vivaldianas, con absoluta seguridad las mejores del mercado a día de hoy, o su maravilloso Matteis), pero sí se estrenaba Beyer con un repertorio vocal, pues hasta ahora siempre había grabado música estrictamente instrumental (para muestra, las tres sonatas que se incluyen en el disco, sencillamente magníficas). Y he aquí que, como no podía ser de otro modo, los cantantes elegidos suponen también todo un acierto; entre ellos, se encuentra la navarra Raquel Andueza, por la que admito sentir debilidad y que aquí canta con la entrega y transparencia de un ser casi celestial.
En suma, un bellísimo disco que resulta imprescindible, tanto más cuanto es la primera vez que este repertorio vocal, por otra parte de talla innegable, aparece grabado en cedé. No hay que perdérselo.