VARIACIONES PARA TODOS LOS GUSTOS

Bach, J.S.: Variaciones Goldberg. (Transcripción para violas de gamba)
Silke Strauf y Claas Harders, violas da gamba

Raumklang, 2009. 71’31’’
www.diverdi.com
La omnipresencia de los dioses se detecta con frecuencia en su humanización o, más bien, en su capacidad de adaptación a los estados emocionales propios y diversos de los humanos. Johann Sebastian Bach es uno de esos dioses de la creación que se ha visto interpretado y reinterpretado en los modos más insospechados, traducido a lenguajes inimaginables y a otros que, seguramente, de haberlos experimentado en vida, le hubieran agradado; qué duda cabe que el jazz y sus camaleónicas evoluciones hubieran seducido irremediablemente al genio alemán. En todo caso, de entre las muchas obras del Cantor, es posible que pocas hayan conocido tantas traducciones y peculiares transcripciones como las archiconocidas ‘Variaciones Goldberg’. De entre las últimas y más reseñables que han aparecido en el mercado sobresalen dos de ellas por motivos distintos: la realizada en este mismo año para acordeón (sí, sí: para acordeón) por Teodoro Anzellotti, en el sello Winter&Winter, y la transcrita para dos violas de gamba por Silke Strauf y Claas Harders para Raumklang.
Por lo que toca a Anzellotti, gran acordeonista, no ofrece una versión tan sorprendente en su textura como académica (queremos decir: fiel) en su ejecución. Y es que, curiosamente, pese a lo “pintoresco” de su adaptación, la Goldberg suenan en su acordeón de modo absolutamente reconocible y estructurado, lejos de las inflexiones que en principio podríamos presuponer. En el caso de Strauf y Harders, la cosa cambia bastante. Haciendo honor a la sonoridad de sus nombres de pila, ambos intérpretes, en perfecta compenetración, se prodigan en seda y elegancia: crean volúmenes y juegan con ellos, subrayan con cierta languidez el contrapunto, ofrecen una rica gama de colores, ornamentan con habilidad y dulzura, dan la impresión de reamasar la materia musical en un columpio que viene y va con galante suavidad. Y sin embargo… algo hay que no convence en estas Goldberg, en las que se detecta una sublime interpretación al servicio de una obra que, tal vez, se ha transformado demasiado. Advierto que tal vez se trate de manías puristas personales. Por ello se me antoja muy recomendable sobre todo para bachianos curiosos o para enamorados de la siempre exquisita viola de gamba.