DULCE PERO CONTUNDENTE

Handel: Mezzo-Soprano Opera Arias.Max Emanuel Cencic
I Barocchisti
Diego Fasolis, dirección

Virgin Classics, 2010. 64’03’’
www.diverdi.com
Parece que últimamente los “grandes divos” del Barroco se están animando a hacer incursiones en el formato recital, por aquello de dejar bien asentados sus reales en lo que a capacidad vocal se refiere, probablemente por las malévolas (también descerebradas) acusaciones que se les imputan desde las filas de aficionados a otros periodos musicales posteriores, según las cuales los cantantes barrocos tienen “poco que ofrecer”. Y tal vez en ese afán, han surgido en el más reciente mercado discográfico una serie de discos-recital por parte de cantantes más o menos –no exclusivamente- adscritos al Barroco que verdaderamente merecen pasar a la lista de discos reseñables y comprables. En el anterior Arte de la Fuga ya nos ocupamos del ‘Sacrificium’ de Cecilia Bartoli y hoy atenderemos al último recital del contratenor austriaco Max Emanuel Cencic.
En esta ocasión, es Handel el compositor explorado en un conjunto de doce arias que abarcan desde algunas de sus óperas más conocidas (‘Serse’, ‘Tamerlano’, ‘Radamisto’) hasta otras menos frecuentadas (‘Amadís de Gaula’, ‘Imeneo’, ‘Floridante’, ‘Arianna in Creta’, ‘Agrippina’, ‘Parnasso in festa’). Si bien hay que admitir que la grabación de otros recitales previos de Cencic no fue precisamente afortunada, en esta ocasión nos encontramos ante un disco imprescindible, con una interpretación realmente feliz en la totalidad de las piezas, exquisita y matizada, con una sorprendente habilidad para la caracterización: desde un Imeneo triunfal a la languidez de Floridante, pasando por las acrobacias impuestas por ‘Arianna in creta’ o la dificultad de la prolongada “Ombra cara”… por sólo citar algunas de ellas. Un acierto ha sido, igualmente, la inclusión del ‘Amadís’, cuya rareza lo convierte en un plato bien apetecible, aquí representado por la bella “Penna tiranna”.
Cencic exhibe en todo momento una voz de timbre grato y perfectamente modulado, de nobles graves, de agilidades sorprendentes, atenta a los affetti… Una voz que ha ido adquiriendo en los últimos tiempos un cuerpo dulce y contundente a la vez, y a la que habrá que estar muy atentos de forma ya inminente, pues sin dudar va convertirse en un referente entre contratenores en menos de un suspiro.
Por su parte, Diego Fasolis se conduce en el acompañamiento con su tensión y fervor acostumbrados, coloreando las arias handelianas con pulso y maestría. Un disco delicioso, bravo y emotivo.