HURACÁN BARTOLI

Sacrificium. La scuola dei castrati.Cecilia Bartoli
Il Giardino Armonico
Giovanni Antonini, dirección

Decca, 2009. 77’55’’ + 21’15’’
Harmonia Mundi/Diverdi

Quién puede negar que la costumbre –afortunadamente extinta– de castrar a los muchachos para conservar las supuestas belleza y peculiaridades de la voz impúber ha suscitado una curiosidad malsana, con frecuencia disfrazada de afición estrictamente musical. Sobre esta base comercial, Decca ha recurrido a una de sus cantantes más carismáticas –la diva italiana Cecilia Bartoli– para editar el que sin duda ha sido en el último año uno de sus lanzamientos discográficos más atractivos a la par que esperados por los devotos de la mezzo y los fascinados por el fenómeno castrati: Sacrificium, todo un homenaje a los miles de niños que perdieron sus genitales por amor al arte en la Italia del Barroco, particularmente en la ciudad de Nápoles durante el XVIII.
El registro, no obstante, a la par que en el morbo, se asienta en la investigación realizada en torno a la materia por la cantante romana, quien se ha empleado a fondo en desempolvar arias compuestas expresamente para voz de castrado (firmadas por el maestro Porpora, también por Leo, Araia, Vinci, Graun y Caldara) y grabarlas por primera vez en este disco (en concreto, diez de las once que figuran en el repertorio). Existen, por lo demás, dos versiones de este Sacrificium: los afortunados que se hagan con la edición de lanzamiento obtendrán un cedé adicional con tres de las arias para castrato más emblemáticas: “Son qual nave” (Broschi), “Ombra mai fu” (Haendel) y “Sposa, non mi conoscí” (Giacomelli); todo ello en un generoso formato libro-disco que incluye un amplio estudio, más visual que académico, sobre el mundo de los castrados (estudio que puede descargarse en español, por cierto, desde la web de la cantante).
Quienes ya conocieran el deslumbrante Opera proibita no se llevarán grandes sorpresas sobre las capacidades portentosas de la Bartoli, a excepción de detectar un oscurecimiento de su voz. En cuanto a sus contrastes, sus ornamentos, sus agilidades de ametralladora, no dejarán indiferente a nadie… aunque en Sacrifium pese más –probablemente demasiado– la técnica que la belleza. En todo caso, deben destacarse por su expresividad las arias lentas frente a las más pirotécnicas, y así mismo el exquisito acompañamiento de Il Giardino Armonico, bajo la dirección de Giovanni Antonini y con Stefano Barneschi como concertino.