TURRÓN BARROCO

El habitual Concierto de Navidad que ofrece cada año el Palacio de Festivales de Cantabria no ha querido desperdiciar una última oportunidad de hacer partícipe a la ciudad de Santander de la celebración del “aniversario Haendel” (nada menos que el 250 de su muerte); un aniversario que tan bienvenido ha sido en las programaciones de tantos auditorios y festivales españoles (y no sólo) y que, insólitamente, ha tenido nula repercusión por estos pagos a lo largo de 2009. Por fortuna, la programación de invierno del Palacio nos ha liberado de esa frustración con una sesión dedicada al caro Sajón, completada –quizá forzadamente– con dos conciertos de Juan Sebastián Bach. Una jornada que, por su carácter aislado, decididamente supo a poco, pero que al menos dejó constancia de que Haendel pasó una noche por la Atenas del Norte.
La Accademia Bizantina y la soprano Roberta Invernizzi fueron los protagonistas de este homenaje haendeliano. La agrupación camerística historicista, dirigida en este caso no por Ottavio Dantone sino por el magnífico violinista Stefano Montanari, y que ha realizado algunas grabaciones discográficas memorables (probablemente su registro del vivaldiano L’Estro Armonico op. 3 sea el mejor disponible en el mercado), ya era conocida en Santander por su intervención junto al contratenor Andreas Scholl hace un par de años, en tanto que Invernizzi se estrenaba en esta plaza. El programa seleccionado, como ya he dicho, se sustentaba en Haendel, con arias y extractos de los oratorios Salomón, Alexander Balus, El Mesías y la Oda del día de Santa Cecilia, así como el cuarto de los Concerti Grossi op. 6; piezas a las que se sumaron un par de aportaciones del maestro Bach, en concreto sus tan hermosos como conocidos conciertos BWV 1041 y 1060, si bien no se entiende muy bien semejante inclusión, por más que la música del Cantor de Leipzig sea siempre plato de buen gusto. Un programa, pues, amable, accesible a todo tipo de oyentes y bastante equilibrado entre piezas vocales e instrumentales, entre piezas archiconocidas y menos escuchadas, entre piezas vigorosas y pausadas.
La noche se abrió con una emblemática “Llegada de la Reina de Saba” aparentemente entusiasta en ejecución y sin embargo un poco pálida en sus resultados, con unos oboes un tanto desdibujados y cierta frialdad en las cuerdas. Por fortuna, los italianos remontaron con rapidez e hicieron notar su valía, dando lo que cabe esperar de ellos: imaginación, contrastes, desenfado; en especial brillaron en la segunda parte de la noche, en la que brindaron una espléndida interpretación del Concerto Grosso núm. 4, elegante y atrevida al tiempo, vivaz, plena de colores, atenta a la partitura y sin embargo con delicadas ornamentaciones; fue también muy aplaudido el “veneciano” BWV 1060, con un bello diálogo, dúo-arioso, entre el violín y el oboe, si bien el consumado virtuosismo de Montanari acabó por imponerse, y ya sin discusión en el intrincado allegro final. De Invernizzi no cabe decir sino que se mostró exquisita y entregada en su interpretación, haciendo gala de una técnica refinada, una excelente proyección y un límpido fraseo. Haendel sonó fresco y gozoso en el delicioso instrumento de Invernizzi, quien cuenta con rico timbre y cuerpo suficiente, en una voz que ha ido adquiriendo una sensual carnosidad en los últimos años.
No dejó de sorprender que como propina ante los aplausos del público se ofreciera una mera repetición –inspirada, eso sí– del “Rejoice greatly” de El Mesías, en lugar de una pieza nueva. Luego, sin más dilación, se cerró el quiosco: carretera y manta. Y nunca mejor dicho, con el frío que reinaba a la salida. Aunque el corazón salía reconfortado por una dulce noche de barroco.

Comentarios

Mario Guada ha dicho que…
Hola:

Que bueno.
Me alegro un montón de que disfrutaras tanto. Una suerte disfrutar de ese trinomio Invernizzi-Accademia Bizantina-Montanari.

Envidia sana me das.

Un beso navideño.
Anónimo ha dicho que…
Sí, fue una noche no excepcional pero sí muy grata.
Besos con sabor a turrón para ti, querido.
Emetorr1714 ha dicho que…
Bueno, me alegro que disfrutaras Ana, pero con tanto frío no deberías salir y menos por la noche, no la vayas a pillar otra vez...
Esta vez a valido la pena y te perdono, pero si hubieras escrito una crítica negativa, te las cargas por salir de noche sin mi permiso.

¿Este turrón barroco lleva almendras y avellanas? Pues vamos a compartirlo, mientras nos intercambiamos besos de Navidad.

Casi estoy por decirte que en la nueva foto me gustas más. Te veo sonreír y feliz y me contagias.
Y estás guapíííííííísima.
Anónimo ha dicho que…
El turrón barroco es siempre delicioso, querido Fan ;)
Me alegra que te guste mi nueva imagen, me apetecía cambiar... No será la última vez. Creo recordar que esta es ya la tercera.
Beso navideño.
Elvira ha dicho que…
Hola guapa: ¿Por qué no nos pones algo del Mesías de Haendel? Seguro que nos ofreces la mejor versión que hay en el mercado. Besos navideños
Anónimo ha dicho que…
Queridísima: Si quieres el mejor Mesías, escoge los de Pinnock o McCreesh, ambos en Archiv. Tampoco está nada mal el de Cleobury en Brilliant, a precio de risa, o el de Minkowski si te atreves con los experimentos. Pero Pinnock y McCreesh no defraudan.
Veré si cuelgo algo en próximos días.
Un beso, bella.
Elvira ha dicho que…
Gracias por la información. A ver si me compro el de Pinnock o el de McCreesh. He leído muy buenas y muy malas críticas del de N. Harnoncourt. Yo tenía él dirigido por Karl Richter, pero se me han estropeado los CD por culpa de una "espuma" que llevaban entre un disco y otro para hacerlo más mullido, supongo, y se ha desintegrado y pegado a los discos. :(

Besos añorando El Mesías
Elvira ha dicho que…
Te he hecho caso. :-) Otro beso
Anónimo ha dicho que…
Mi querida: Si me has hecho caso estás de enhorabuena. No llores por Richter, no lo merece. Y de Harnoncourt... una de cal y otra de arena. Pinnock o McCreesh no te fallarán. Un beso navideño.