EZRA POUND. El poeta tras la máscara

La máscara como objeto o más bien como símbolo o actitud ha sido un "tópos" literario extraordinariamente prolífico. Ahí están los griegos mismos par atestiguarlo, que si en la Filosofía introdujeron el "lógos" para explicar mejor la realidad, acudieron en las letras a la máscara para garantizar la eficacia del engaño literario. En este sentido, y de modo consecuente, el actor -por entonces decidor de versos- era designado con lógica absoluta a partir del complemento tras el que se transfiguraba: la "persona" (nombre griego de la máscara) pasa así a señalar el todo por la parte y, en una suerte de enojosa confusión que subsiste incluso hoy día, el fondo por su mera apariencia.
Con tamaños precedentes, no es extraño encontrar a tanto poeta adscrito al peculiar "juego" de las máscaras (pues al fin al cabo, la lúdica es la vertiente que al poeta más le tienta, como ya indicó agudamente Huizinga). Sin embargo, en pocos casos constataremos una tan explícita profesión de semejante fe como en las Personae de Ezra Pound. De la mano de Jesús Munárriz y Jenaro Talens, y con el sello editorial de Hiperión, tenemos la oportunidad de acercarnos desde hace escasamente un par de meses a las máscaras que Pound nos presentó hace ya setenta y cinco años.
Personae, en principio, es el título de una selección poética que Ezra Pound realizó en 1925 y que se publicó en 1926. En la práctica, Personae supone mucho más: constituye, en cierto modo, una declaración de principios estéticos, y desde luego una inflexión en su propia trayectoria lírica, que marca un antes y un después en un presupuesto poético definido por la experimentación constante con las diferentes facetas de las máscaras de la literatura.
El recorrido vital de Ezra Loomis Pound hasta Personae es tan ecléctico e integrador como su propia obra. Bien temprano manifestó el norteamericano su singular interés por las civilizaciones orientales, que le llevó a frecuentar durante dos años la Universidad de Pensilvania, aunque aquí acabaría por especializarse en literatura románica. La figura de Lope de Vega -deudor de la dedicatoria del poema "La Condolencia" que aparece en Lustra (1913-1915)- le resultó también atractiva, hasta el punto de llevarle a viajar por España, Francia e Italia. En 1907, a los veintitrés años, es propuesto como profesor en el Wabash College, pero pronto se ve obligado a abandonar por su acusado europeísmo y por su -al parecer- incontrolable originalidad. El escritor, sin reparar en la escasez de medios económicos, parte inmediatamente para Europa y se establece en Londres; es el comienzo de nuevas relaciones literarias y artísticas, que fructificarán en la configuración de un ideario estético no tan longevo como representativo del modernismo poético de lengua inglesa de inicios de siglo: el llamado "Imaginismo".
El panorama cultural del momento estaba dominado, como es sabido, por la eclosión de todo género de vanguardias en las diferentes manifestaciones artísticas. La toma de contacto de dos espíritus peculiares cuales los de Hulme y Pound, en un ambiente como el descrito, por fuerza habría de generar alguna reacción. Ya desde 1908 existía una asociación de jóvenes poetas ("The Poet's Club"), a la que se suma Pound en 1909. Casi inmediatamente, el escritor norteamericano se erige en portavoz del credo estético del grupo. Poco después, en 1912, se fija la calificación nominal del movimiento a partir de un término empleado por el propio Pound en el prólogo a su poemario Ripostes: "imagist". La difusión de los planteamientos imaginistas se realizará principalmente por medio de publicaciones periódicas surgidas al efecto (Poetry, The Egoist, Poetry and Drama...) y antologías.
Será a finales de 1913, precisamente durante la preparación de la primera de las antologías imaginistas (que aparecería en 1916 bajo el título Des imagistes. An anthology), cuando Yeats y Pound (por entonces secretario este último del primero en Sussex) acuerden incluir en ella a un joven escritor irlandés escasamente (re)conocido, un tal James Joyce. El hallazgo de Joyce por Pound supondrá un hito de extraordinaria importancia para ambos, y determinará el inicio de una amistad que sobrevivirá por encima de incisos biográficos y devaneos literarios, como bien acreditan las múltiples muestras epistolares conservadas.
Los postulados del Imaginismo reposaban esencialmente en la técnica, en la forma, más que en los temas. El imaginista está a la búsqueda continua de la palabra exacta, amén de la claridad y la concentración en la expresión; se ensalza además el empleo del verso libre, ajeno a los corsés impuestos por la métrica. Por otra parte, a diferencia de otros "ismos", no existe en este movimiento un ataque expreso a otras tendencias intelectuales o a movimientos poéticos anteriores. Únicamente el Futurismo es objeto de atención, de modo que se rechaza su marcada actitud iconoclasta frente a los valores del mundo clásico (recordemos la celebérrima comparación entre la belleza de un automóvil de carreras y la Victoria de Samotracia, singular Juicio de Paris que para los futuristas se resolvía indudablemente a favor del automóvil). Los imaginistas, con Pound a la cabeza, recuperan la tradición greco-latina (en la misma línea están las producciones de otro miembro del grupo, en este caso una poeta, Hilda Doolitle, con la que mantendrá una estrecha y tormentosa relación), pero también la oriental, de nuevo en Pound (ya mencionamos su temprana inclinación hacia esta parcela cultural), así como en Fletcher y Amy Lowell, quienes cultivan profusamente el "haiku" como estrofa poética.
Hacia 1914 el escritor norteamericano se distancia del Imaginismo, a merced principalmente de las relaciones que emprende en el terreno de lo pictórico. Así se sumerge en un nuevo movimiento, el Vorticismo, que había comenzado a estructurarse en Inglaterra en el año precedente. Los pintores (Wyndham Lewis, Hamilton, Etchells, Wadsworth) encontraron en el Pound escritor el cauce verbal necesario para expresar sus pareceres estéticos. El nombre del movimiento procede de la idea de que las formas que han de ser artísticamente representadas adquieren entidad a partir del "vórtice" o torbellino del artista mismo. De nuevo a vueltas con el Futurismo, el Vorticismo sostiene la valía epistemológica de aquél por su adscripción a lo moderno, incluso a lo industrial, pero rechaza en cambio lo superficial de sus representaciones. Un momento crucial del Vorticismo lo supone la fundación, por parte de Pound y Wyndham Lewis, de la revista Blast, término inglés que cabe traducir como "ráfaga" o "estampido" (varios de los poemas publicados en esta revista subsistirán después en la antología Personae). No obstante, alrededor de 1920 empiezan a producirse disensiones en el grupo, que llevan a su completa disolución.
El Imaginismo y el Vorticismo suponen la exaltación más sublime posible de la máscara como artificio estético. Para los poetas, la recurrencia a las estrofas y al espíritu consagrados por las tradiciones culturales fundamentales (en el caso de Pound, a la recuperación de lo greco-romano y lo oriental deben añadirse el gusto por lo provenzal y también por el Renacimiento italiano) encarna en la práctica la ocultación del yo poético detrás de unos modelos de perenne, inmaculada belleza.
La actividad intelectual de Ezra Pound, sin embargo, era lo suficientemente inquieta como para afrontar otros retos, no sólo literarios sino también experienciales. En concreto en Italia, donde fija su residencia después de pasar por París, la política consigue atraerle lo suficiente como para llevarle a acometer una campaña a favor del fascismo. Durante la Segunda Guerra Mundial prestó igualmente sus servicios a la causa del Eje, lo que le valió su detención y la correspondiente acusación de alta traición. Pound, no obstante, eludió parcialmente los efectos de tal acusación al ser declarado demente e ingresar en una institución psiquiátrica, donde permaneció recluido durante doce años, hasta 1958. Fruto de esta reclusión fueron sus Pisan Cantos (Cantos de Pisa), una extraña autobiografía intelectual salpicada de reminiscencias y citas de todo género: en definitiva, una forma diferente de colocarse la máscara .
Sin embargo, hay que recordar que no todo en Pound estuvo oculto tras un velo. Como lectores, debemos estar preparados, alertas siempre, para el hallazgo fortuito, el destello que entre el laberinto de las palabras ilumina la lucidez de la pluma del poeta, el grito intelectualmente mesurado pero emotivo al tiempo, que nos impulsa con la calidez de un susurro: "Salid y desafiad a la opinión,/ id contra esta servidumbre vegetal de la sangre".

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