HUMANISMO FRENTE A LA ADVERSIDAD


Hay músicas que nacen con un halo crepuscular por cuanto sus autores las conciben como última respuesta ante un dictado inapelable. Es el caso del Concierto para viola de Schnittke (1985) y de la Sonata de Shostakovich (1975), decisivas ambas en la vida de sus autores: en Schnittke fue la antesala del ataque cardiaco que le dejó postrado hasta el fin de sus días, en Shostakovich fue la banda sonora misma de su muerte (ni siquiera pudo llegar a oír su estreno oficial, el 25 de septiembre de 1975 en Leningrado). Se da además la circunstancia de que ambos compositores mantuvieron una relación tan estrecha como tortuosa; el influjo de Shostakovich puede apreciarse de forma apabullante en la pieza de Schnittke. El concierto de este último es estremecedor por su sentido agónico y su angustia, algo que se hace patente en especial en el segundo movimiento, en que una melodía lírica lucha denodadamente por sobreponerse a una fuerza irreductible, que cambia constantemente de color, con habilidad diabólica. En el tercer movimiento, más próximo al barroco, una viola reflexiva desgrana su discurso para acabar muriendo en una nota desmayadamente sostenida. 
La sonata de Shostakovich es un lamento inquietante y sardónico. Cuando el ruso la compuso sabía ya que iba a morir; de hecho, la revisó en un último esfuerzo cuatro días antes de partir. Su libertad formal impresiona tanto como su irónico patetismo. La obra se remata con un do grave de la viola que se extingue como una lágrima que cayera en la tierra para siempre.
Antoine Tamestit (en su cd para el sello Ambroisie, 2008) da una auténtica lección interpretativa plena de rigor, entrega e inteligencia, con Markus Hadulla como brillante compañero al piano. También pueden escucharse aquí (https://youtu.be/tNg7V-iBlDI) y aquí (https://www.youtube.com/watch?v=Pke3FIT3VJs) estas músicas profundamente humanas, su discurso que vence a los designios del tiempo.