BRILLANTE Y MAGNÉTICA CLAUSURA DEL FIS


Clausura del Festival Internacional de Santander

En correspondencia con el brillantísimo inicio de su 63 edición, se ha cerrado de idéntica forma el Festival Internacional de Santander. La sólida London Philarmonic Orchestra, bajo la batuta de Vladimir Jurowski, traía una propuesta atractiva: en la primera parte, la Chorale de Lindberg y el conmovedor Concierto para violín y orquesta nº 2 de Bartok, cuya inclusión en programa constituyó por su rareza un auténtico privilegio para el FIS; y en la segunda parte, una más habitual Heroica de Beethoven. Para acompañar a la LPO en la ejecución del concierto de Bartok se invitó a la violinista Patricia Kopatchinskaja.
La pieza de Lindberg supuso un «calentamiento» para la epifanía que habría de sobrevenir acto seguido, sirviendo para mostrar la redondez y elegancia de la orquesta, poseedora de un bellísimo color que el director se regodeó expresamente en subrayar. A continuación apareció en escena el indiscutible fenómeno de la noche: Kopatchinskaja, la violinista descalza, vestida con un impactante traje rojo y negro que presagiaba la tensión, emotividad y pasión de la pieza que iba a acometer. Aparte de la intrínseca espectacularidad del concierto de Bartok, subyugó la interpretación de Kopatchinskaja, apabullante en técnica y entrega, a lo que hay que añadir su perfecto entendimiento con la orquesta y con Jurowski, pues con rápida mirada se compenetraban inmediatamente. La violinista se mostró casi poseída por la pieza ante un público a su vez hipnotizado, que seguía sus movimientos como los de una cobra mágica de la que apartar la vista era imposible. La LPO acompañó con exquisitez al violín sin cubrirlo, subrayando su terso y dramático discurso. Ante la merecida ovación, la violinista regaló una deliciosa pieza de Ligeti, una balada para dos violines, interpretada a dúo con el concertino de la LPO.
La Heroica ocupó la segunda parte de la noche, en una visión bien estructurada por Jurowski, quien optó con buen criterio por una reducción orquestal en beneficio de un sonido más transparente de la LPO, en línea con la interpretación más lúcida que de las sinfonías de Beethoven se está realizando últimamente. El resultado fue un remanso de limpieza que fue bien acogido tras la intensidad precedente. Una gran noche y un gran cierre para un Festival que, sin duda, ha emprendido una nueva y venturosa etapa.