NOVÍSIMO RÉQUIEM DE MOZART

W.A.Mozart: Réquiem.
Simone Kermes, soprano
Stéphanie Houtzeel, alto
Markus Brutscher, tenor
Arnaud Richard, bajo
MusicAeterna
The New Siberian Singers (Novosibirsk Opera Chamber Choir)
Teodor Currentzis, dirección

Alpha, 2011. 50’
Se encuentra en www.diverdi.com


Parece imposible pero es cierto. Estamos ante un Réquiem de Mozart nuevo (no ante un nuevo Réquiem de Mozart). El K626 es una de las obras más grabadas del salzburgués, por no hablar de la leyenda que siempre la ha rodeado, los pintorescos avatares en torno a su autoría… y toda la demás literatura (incluso cinematografía, como bien sabemos) que se le quiera echar. Réquiem tras Réquiem, versión tras versión, es difícil encontrarse con un disco que difiera mucho de sus compañeros, hasta el punto de que casi ha llegado a aburrirnos (siquiera metafóricamente) una obra que, por el contrario, debería conmovernos. Pero la situación ha cambiado. Se ha tardado, pero al fin alguien se ha atrevido a hacer lo que tenía que hacer: respetar al máximo la obra y darle su auténtica dimensión, invistiéndola no de grandilocuencia sino de austeridad y limpieza, de recogimiento e intensidad.
El responsable de la cosa ha vuelto a ser Teodor Currentzis. Y digo “ha vuelto a ser” porque ya su versión del Dido y Eneas dejó una impronta dificilísima de borrar. Currentzis es un director joven y un tanto mesiánico que promete venir a salvar la música clásica. Quizá no dé el asunto para tanto ni necesitamos directores crucificados que nos aseguren una banqueta en el cielo, pero lo cierto es que si el Purcell de Currentzis fue exquisito y novedoso, su Mozart no lo es menos.
Su planteamiento, lo dejo ya bien claro para que no haya confusiones, es historicista, de manera que huye de las manadas corales y de las miríadas instrumentales. Currentzis va a lo que va: no a apabullar, sino a la música. Y lo hace bien, muy bien. El ensemble MusicAeterna es brillante: diáfano, cortante incluso, subrayando cada pasaje de modo impecablemente forense (apropiado por demás, no olvidemos que estamos en un réquiem). Simone Kermes, cantante que no es precisamente de mi gusto, está excelente, igual que con Currentzis ha logrado ser la Dido más emocionante que yo jamás haya escuchado. Lo mismo cabe decir del resto del elenco. De los New Siberian Singers, a estas alturas no diremos nada new: constituyen un coro sólido y con una capacidad dramática excepcional; el archiconocido “Lacrymosa” suena nuevo, estremecedor, y para colmo se remata con esas campanas que no aparecen en ninguna otra versión, que responden a la precisión incompleta de una partitura hallada en los 60 del pasado siglo XX; unas campanas solemnes pero delicadas, casi mágicas. A partir de ahora, tengo claro que es mi K626. Imprescindible.