LA JOYA ESCONDIDA

 


Dentro del entorno de los Marcos Históricos del Festival Internacional de Santander tuvo lugar el domingo en la Iglesia de San Martín de Tours de Ajo un concierto dedicado por entero al más exuberante y pleno barroco francés, con autores (¡y autoras!) como Lully, Campra, de la Barre, Marais, de la Guerre, Charpentier o Rebel. El programa, concebido por el joven ensemble El Gran Teatro del Mundo (y aquí lo de joven es un halago, no un demérito), se entretejió en torno al concepto de los sentimientos humanos, y más en particular de los sentimientos amorosos del héroe como figura que nos ha venido construida desde la Antigüedad Clásica. Las emociones más dulces, las pasiones más arrebatadoras, el páthos más doliente (con visita a los infiernos incluida) y su posterior catarsis… supusieron el hilo conductor que un tenor de la categoría de Cyril Auvity fue siguiendo al tiempo que nos conducía de su mano con pulso firme y timbre seductor.

Auvity es un gran conocedor del repertorio interpretado. Su amplísima discografía al respecto lo confirma, pero la delicadeza de su instrumento, de una proyección exquisita, con una modulación impecable, sensibilidad extrema sin desechar los momentos más furiosos… nos transportaron a una etapa en que los héroes eran de una pasta de la que ya ni siquiera conocemos su existencia.

Por su lado, el ensemble El Gran Teatro del Mundo nos sorprendió muy gratamente. Al clave y la dirección se encontraba Julio Pérez Caballero, que explicó –ayudándose de su móvil– los pormenores del programa, dividido en dos partes: “Las pasiones humanas” y “El favor de los dioses”, recorrido por arias dulces y fogosas, conmovedoras y grandiosas. Forman parte del ensemble unos excelentes Miriam Jorde al oboe y Michael Form con las flautas de pico, Andrés Murillo y Claudio Rado al violín (que se marcaron unos deliciosos diálogos), la delicadísima Asako Ueda a la tiorba y Bruno Hurtado con base de violón, más esforzado de lo que la acústica permitió percibir.

Y es que lamentablemente, en efecto, la acústica de la Iglesia de San Martín es nefasta, lo que redundó en un apelmazamiento del sonido de los diferentes instrumentos y en una pérdida de muchos de los encantadores matices que Auvity imprimió a su interpretación. Sabemos que este es el peaje casi ineludible de los Marcos Históricos, pero hay marcos mejores y peores y hay músicas que sufren más que otras, y este repertorio en particular se vio muy afectado, a pesar de los ímprobos esfuerzos de los músicos y su delicioso desempeño.

Ojalá los músicos puedan acometer una grabación de este programa. Sería disfrutable al máximo, y esta joya escondida se encuentra ya perfectamente engastada.