SONORO FIN DE FESTIVAL

La jornada de clausura del Festival Internacional se desarrolló el pasado jueves 31 con un programa diverso y poco habitual, al menos en España y en su primera parte, consagrada a una obra corta de John Adams (Short ride in a fast machine) y el Concierto número 1, op. 26 de Max Bruch; la segunda parte estuvo dedicada a la Sinfonía número 1, op. 68 de Brahms. La Cincinnati Symphony Orchestra y el violinista galo Renaud Capuçon fueron los encargados de ejecutar el programa en una noche con público abundante aunque la Sala Argenta no registró ocupación total.
La obra de Adams, una partitura reciente de minimalismo dramático, con intenciones buscadas de velocidad y peligro, resultó contundente y estimulante como comienzo del concierto, con toda la orquesta implicada al máximo en la compleja trama de texturas tejida por el compositor norteamericano. A continuación se acometió el concierto de Bruch, que supuso la aparición de Capuçon con su Guarneri del Gesù, instrumento que ya sonara en las privilegiadas manos de Stern durante cuatro décadas. La obra de Bruch, paradigmática del romanticismo alemán, apela casi automáticamente al sentimentalismo del público, y en esta noche no fue la excepción, con el apoyo de una orquestación que subrayó la bella melodía con una paleta de extraordinarios colores. Es obvio que Renaud Capuçon se encontraba cómodo en este repertorio, muy ajustado a su dulce estilo interpretativo habitual, haciendo alarde de un hondo sentido lírico y preciosas ornamentaciones, en especial en el segundo movimiento, antes de lanzarse al brillante y fogoso final. Fue merecidamente reconocido. El decisivo turno de la orquesta, conducida de forma atenta y entusiasta por Louis Langrée, llegó con la beethoveniana Primera Sinfonía de Brahms. La de Cincinnati es una agrupación de sonoridad impactante, con todo lo que ello significa: el comienzo fue imponente y, sin embargo, en el último movimiento se echó en falta transparencia. El público, en todo caso, disfrutó la velada y recibió sendos bises de Brahms y Bernstein en respuesta a sus aplausos.