EXCELENTE MOZART EN PALACIO

Como noche de éxito garantizado podría definirse la extraordinaria velada que este fin de semana nos ofreció, en el Palacio de Festivales, L’Orchestra Divertissement, dirigida por Rinaldo Alessandrini, con Olivier Cavé como pianista invitado. El programa previsto nos permitió paladear a un Mozart esplendoroso desde su juventud a su madurez: la primera parte estuvo dedicada a la Serenata 9 en Re, K320, Posthorn y al Concierto para piano y orquesta 25, en Do mayor, K503, temporalmente simultáneo a Las bodas de Fígaro y último de los doce grandes conciertos para piano escritos en Viena; mientras en la segunda parte se abordó el Concierto para piano y orquesta 5 en Re mayor, K175, que el genio de Salzburgo alumbró con tan solo 17 años, y la última de sus sinfonías, la 41, Júpiter, en Do mayor, K551.
El más que notable pianista italo-suizo Olivier Cavé se incorporó en el Concierto 25 dando una auténtica lección de claridad expositiva, sin alardes ni incisos innecesarios, asombrando además con su Mozart alígero, extraordinariamente fluido y refinado que se entretejió con sutileza total dentro de la orquesta, con la que además nos deparó diálogos maravillosos. Su intervención se prolongó en el juvenil y galante Concierto 5 –por cierto, uno de los favoritos de Mozart–, con su exuberancia de trompas naturales, oboes y timbales, en el que Cavé volvió a sobresalir con su exquisita sencillez.
L’Orchestra Divertissement es una agrupación de texturas muy jugosas, de la que el gran Rinaldo Alessandrini extrajo un sonido brillantísimo y redondo, con entradas marciales magníficas. En la 41 asombró con su perfecto control de fugato, stretto y canon, y por supuesto con la coda final, absolutamente maestra. Por otra parte, sorprendió y encantó la combinación de los deliciosos instrumentos historicistas en la orquesta con el deslumbrante piano de Cavé: la prueba de que la música bien hecha no conoce corsés de ningún género.