CÁNTICO ESPIRITUAL CONTEMPORÁNEO


Sofia Gubaidulina:
 Canticle of the Sun. The Lyre of Orpheus. 
Gidon Kremer, violín
 
Marta Sudraba, violonchelo
 
Nicolas Altstaedt, violonchelo
 
Andrei Pushkarev y Rihards Zalupe, percusión
 
Rotislav Krimer, celesta
 
Kremerata Baltica
 
Riga Chamber Choir
 
Maris Sirmais, dirección 
ECM, 2012. 62'55'' 
Disponible en www.diverdi.com 

Hablar de espiritualidad en relación con el nombre y la música de Sofia Gubaidulina no es contar gran novedad, pero lo cierto es que, recién traspasada la barrera de los 80, la solo aparentemente frágil compositora rusa sigue constituyendo uno de los referentes más intuitivos y al tiempo poderosos de la contemporaneidad.
El cántico del sol, enorme obra coral, basada en textos de Francisco de Asís —aunque se muestra más atenta a lo musical que a lo textual—, y que cuenta ya con 35 años a la espalda, surgió en su tiempo como dedicatoria para el 70 cumpleaños de Mstislav Rostropovich, y ha conocido diversas grabaciones más o menos afortunadas. En este caso, desde el sello ECM se ofrece una versión que en realidad fue grabada en 2010. La parte solista se ejecuta con suma entrega por parte del joven chelista alemán Nicolas Altstaedt, quien por cierto —nada hay casual— releva a Gidon Kremer este año al frente del Lockenhaus Chamber Music Festival, donde por otra parte se realizó la toma de sonido de este cedé. Todo atado y bien atado. Altstaedt explora con hondura los registros más bajos de su instrumento, ofreciendo una lectura extrañamente poética, surcada por estallidos sonoros que se despliegan como estrellas.
La otra pieza contenida en el disco encierra una nueva dedicatoria de la compositora, en este caso a su propia hija: se trata de La lira de Orfeo, obra para violín solo, orquesta de cuerda y percusión, que forma parte de la trilogía Nadeyka. Gidon Kremer, al frente de su Kremerata Baltica, ha sido el encargado de coger las riendas de esta composición alumbrada muy recientemente, en 2006, cuya grabación supone estreno discográfico absoluto. Profundamente compenetrado ya desde hace muchos años con la música de Gubaidulina, Kremer hace una lectura afinada e intensa de esta Lyra, con dramáticos acentos contrastados que no son ajenos a la propia obra.
En suma, un bonito disco de gran interés para los amantes de la música contemporánea y la complejidad espiritual del mundo de hoy.