DEDICATORIA NUPCIAL



Johan Helmich Roman: Drottningholmsmusiken. Música para una boda real.
ENSEMBLE 1700 
Lund-Göran Karlsson, dirección

CPO, 2010. 62'12'' 
Disponible en www.diverdi.com 

El asunto de las nupcias —el antes, el durante y el después— siempre ha tenido su aquel. No es extraño que para superar tan duro trance se haya recurrido a la música como bálsamo, como lenitivo de una decisión que en todo caso acarrea consecuencias significativas. En tiempos, cuando los contrayentes eran de muy elevados vuelos, era costumbre que toda la parafernalia relativa a la boda y a su consumación —esa extraña, secular y cruenta obsesión— se acompañara de una música ágil, celebratoria y casi conminatoria —a la obligada consumación, de nuevo—. Dentro de esa tradición se enmarca precisamente este disco de Johan Helmich Roman, que compuso esta música nupcial para el enlace del príncipe Adolfo Federico de Suecia con Luisa Ulrica de Prusia, hermana de Federico el Grande. Fue una de las últimas grandes campanadas del llamado, tal vez exageradamente, «Händel sueco», pues la despilfarradora Luisa Ulrica —a la sazón clavecinista, más atenta a las novedades catadas en otras cortes europeas, y devota en particular del coetáneo estilo italiano— empezó a mirarle mal y a tildarle de sordo y oldfashioned, quién sabe si por recordar su iniciación en el tálamo con semejante banda sonora. 
El caso es que Roman tampoco se encontraba en su mejor momento cuando compuso esta dedicatoria nupcial. Deprimido, enfermo, con pocos recursos económicos, golpeado por la pérdida reciente de su esposa, suponemos que no tuviera precisamente muchas «ganas de músicas». Y sin embargo, el maestro de capilla sueco alumbró en 1744, ya bien entrado el XVIII, un producto bien digno —cierto que no excepcional— en que se dan cita no sin gracia lo galante y lo festivo con una solemnidad no onerosa, en una sucesión de engarzados movimientos de danza. Estamos, pues, ante una música grata, que tal vez por ello ha conocido varias grabaciones (aparte de esta, que yo recuerde, una en Capriccio, otra en Naxos y otra en BIS). En este caso, el joven —que no inexperto— Ensemble 1700 del avezado y efectista Lund-Göran Karlsson se toma la tarea con entusiasmo, resultando una versión de dulce pero subrayada fastuosidad.