ESPLENDOR FÚNEBRE

Jan Dismas Zelenka: Officium Defunctorum ZWV 47.
 Réquiem en Re ZWV 46. Música para los funerales de Augusto El Fuerte.
Collegium 1704

Collegium Vocale 1704

Vacláv Luks, dirección

Accent, 2011. 2 CD. 2h 10’
Se encuentra en www.diverdi.com


Es relativamente poco lo que se conoce de la vida del compositor bohemio Jan Dismas Zelenka, inscrito contextualmente en el Barroco tardío, salvo, precisamente, que su biografía constituye un seductor misterio a juzgar por la música que de él conservamos; algo, quizá lo único pero no por ello menos importante, que lo vincula con el leve hilo del enigma a otro de los grandes del Barroco: Heinrich Ignaz von Biber. Esencialmente consagrado a las composiciones religiosas, y bajo la adscripción de su superior en Dresde, Johann David Heinichen (tan maravillosamente grabado por los MAK), Zelenka alumbró no obstante otro tipo de obras en que lo popular, lo virtuoso, lo innovador y el rigor compositivo (todo ello en un curioso oxímoron) fueron siempre regla dominante, hasta el punto de ser encomiado fervorosamente por dios, digo por Bach; de ello son muestra, por ejemplo, sus inolvidables sonatas para dos oboes que en la versión del Ensemble Zefiro siempre transmiten algo nuevo, escucha tras escucha.
El caso es que, en líneas generales, la música de Zelenka ha sido poco y mal grabada, salvo lo mencionado y algunas pocas cosas más. Y he aquí que, de repente, nos encontramos con un disco doble que podemos calificar de fastuoso. Es cierto que el adjetivo se infiere en gran medida de la música que en él se contiene; pero no es menos cierto que la interpretación que realizan Luks y el Collegium 1704 (quienes ya habían probado suerte también con Zelenka en el sello Zig-Zag hace muy poco y habían obtenido un buen resultado, aunque no sobresaliente) se adecua perfectamente al espíritu de unas obras que, no por fúnebres, carecen de esplendor.
Corren tiempos de flagelación obligada y estas composiciones, dedicadas en particular a los funerales del duque Federico Augusto I, bien podrían venir a subrayarlo. Y es verdad que en su comienzo se subraya tal esencia, pues el Officium Defunctorum se inicia con un “Invitatorium” muy poco festivo que sugiere sentimientos decididamente luctuosos. Pero hay que decir que en especial el Réquiem es de un esplendor que ensalza y sobrecoge al tiempo, en una mezcla de desmesura y precisión, de “pompa y circunstancia”, que enamora desde la primera escucha.
En suma, una grabación que viene a recuperar, por fortuna, y en su debido espíritu, el quehacer de uno de los compositores más injustamente relegados del Barroco.