CORSARIO EN APUROS

Giuseppe VERDI: Il Corsaro.
Bruno Ribeiro (Corrado). Silvia Dalla Benetta (Gulnara). Kristin Lewis (Medora). Luca Salsi (Seid). Miguel Ángel Zapater (Giovanni). Alberto Núñez (Esclavo y Eunuco). Giorgi Meladze (Selimo).
Coro de la Ópera de Bilbao. Orquesta del Teatro Regio de Parma.
Renato Palumbo, dirección musical.
Lamberto Puggelli, dirección de escena.
Palacio Euskalduna. 59 Temporada de la ABAO
Prosigue su andadura el largo ciclo de recuperación “Tutto Verdi” por parte de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera en el Palacio Euskalduna, en esta ocasión con uno de los títulos menos habituales de su autor: Il Corsaro, pieza basada en la obrita homónima de Lord Byron, que se pudo ver en la pasada quincena en el Palacio Euskalduna de Bilbao.
La ópera encierra un argumento un tanto inverosímil y de circunstancias para el que Verdi escribió una partitura a tono que no se cuenta, desde luego, entre lo más granado del compositor italiano. Con esa perspectiva y con el casi único acicate de presenciar un título muy poco representado acudimos a la ópera, a lo que se añadía nada más y nada menos la caída del plantel de los cantantes protagonistas, Fabio Armiliato y Maria Guleghina, que se vieron sustituidos por los noveles Bruno Ribeiro y Silvia dalla Benetta. No era mucho lo que cabía esperar con semejantes mimbres y, sin embargo, la noche se resolvió con una cierta soltura y con alguna que otra sorpresa agradable.
Entre las sorpresas gratas debe citarse precisamente el descubrimiento de dos voces jóvenes que, aunque aún tienen que recorrer mucho camino, albergan cualidades para salir airosos de una situación compleja –Verdi siempre lo es– y posibilidades de dar mejores frutos. Es el caso, precisamente, de los dos sustitutos mencionados, que tal vez por su condición de sobrevenidos procuraron dar lo mejor de sí, consiguiéndolo en varias ocasiones a lo largo de la noche. El portugués Bruno Ribeiro (Corrado) es un tenor con una voz bien timbrada, potente y con buena proyección, a la que únicamente pueden achacarse dificultades en el paso al agudo, si bien en éste se mueve con firmeza. Necesita, sin embargo, mejorar notablemente en expresividad vocal y escénica, pues se mostró plano en la primera y apocado en la segunda. La soprano italiana Silvia dalla Ventea (Gulnara) exhibió con mucho la expresividad más entregada y al tiempo verosímil del elenco. Su voz se mostró muy segura en el centro y algo deslucida en algunos de los agudos, pero configuró un papel muy digno.
De dignidad debe hablarse también en el caso del barítono Luca Salsi (Seid), muy sólido aunque en su papel –esto ya es culpa de la partitura– no existan apenas pasajes de auténtico interés; algo que sin embargo el cantante parmesano fue capaz de atenuar con su disposición. Salsi fue seguramente el cantante más convincente de la noche en voz y apostura. Por último, y lamentablemente, debe evidenciarse la mala intervención de Kristin Lewis, escasísima de coloratura, que recurrió con inexplicable frecuencia a unos pianísimos fuera de lugar y con un fuelle desmedido, en un rol que quedaba a años luz de sus capacidades; por añadidura, sus recursos dramáticos fueron en todo momento excesivos.
La puesta en escena de Puggelli fue previsible (cabos y velas por doquier, con saturación de los primeros en la escena de la prisión) aunque efectiva. Hay que destacar el papel del coro, sobre todo en su sección masculina. Palumbo y la Orquesta del Regio de Parma estuvieron a la altura, imprimiendo buen ritmo y con un volumen medido y adecuado. En suma, una velada agradable que, a pesar de las dificultades de partida, logró sumar otro tanto para ABAO.